-Chicaaas...
Sólo recibí un ronquido de Hennie como respuesta. Bufé, y me subí a la cama, donde las dos todavía dormían. Encendí la luz y me puse a saltar entre las dos, haciendo que botaran en el colchón y se despertaran.
-¡En un país multicoloooooooooor...!-empecé a cantar, y vi que Kaya se desperazaba.
-Bri, calla...-susurró.
-¡Nació una abeja bajo el sooooool...!-le arrebaté la almohada y empecé a pegarles con ella.-¡Y fue famosa en el lugaaaaaar...!
-Bri, venga, que ya estamos despiertas-bostezó Hennie, y se dejó caer otra vez.
-¡Por su manera de volaaaaaaar...!-les arranqué las sábanas me eché encima de ellas.-¡Arriba, marmotas!
-Eres como una espinilla en mitad de la cara-dijo Kaya.
-Vaya, tanto con que me querías-dije sonriendo. Me levanté y cogí mi bolso, revisando que lo tenía todo.
-En este tiempo podrías haberte vestido ya, ¿sabes?-me dijo Kaya mientras se sentaba en la cama.
La contemplé incrédula mientras se rascaba un ojo.
-Kaya, fíjate otra vez-le dije a mi amiga. Ella me miró, y en ese momento vio que yo ya estaba vestida (desde hace un buen rato, la verdad).
-Perdona, es que estoy medio dormida-dijo Kaya, y me dirigió una sonrisa.
-Bri, ¿de verdad nos tenías que despertar ahora?-dijo Hennie, mientras se colocaba el pelo alborotado.
-¡Ey, que fuisteis vosotras las que insististeis en despediros de mí!-me quejé.
Cogí la cámara y me la colgué en el cuello. Les hice una foto, y sonreí al ver que ni se daban cuenta.
-Sí, pero Thomas ni siquiera ha venido todavía-dijo Hennie. Y justo cuando se levantaba, sonaron unos golpes en la puerta.
-¡Ya está aquí!-exclamé entusiasmada, y di palmadas.
Me abalancé sobre la puerta, y un Thomas sonriente, abrigado y con una maleta me devolvió.
-Buenos días, bicha. ¿Estás lista?
-¡Sí!-exclamé entusiasmada. Le di un beso que no se esperaba, pero no esperé para ver su reacción, porque me volví y cogí la maleta que me tendía Kaya.
-Buen viaje, chicos-dijo ella, y en cuanto les di un beso a ella y a Hennie, volvieron a dormirse.
El viaje en taxi fue bastante silencioso. Era muy tarde, pero ni Thomas ni yo teníamos sueño. Mientras el taxista tenía puesto un disco de flamenco, Thomas miraba por la ventana y yo lo miraba a él. Disimuladamente, claro; no quiero parecer la acosadora nº 1 de EEUU, ¿sabes? Llevaba el pelo rubio un poco más despeinado de lo normal, pero incluso con ojeras estaba más guapo que nunca. ¿El motivo?, esa preciosa sonrisa que tanto significa para mí.
&
No soy una chica de aeropuertos, ¿vale? Odio los controles que hay, odio las horas de espera y, sobretodo, odio a los guardias. A muerte. ¿Un ejemplo?, a ver, pues que ahora mismo estoy esperando con Thomas a que un guardia venga a registrarme la maleta porque "algo ha pitado".
-No me lo puedo creer-despotrico, mientras veo a una persona que se acerca por detrás de Thomas, que se da la vuelta.
-¿Qué pasa, Bri?-me preguntó mientras yo arrugaba el ceño y me cruzaba de brazos.
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Nunca digas sí a la primera (Thomas Brodie Sangster)
Novela JuvenilBri es un hueso duro de roer; ni siquiera un cambio de instituto y de vida la asustan. ¿Qué pasará cuando un guapo actor se cruce en su camino?