CAPÍTULO 61

322 18 2
                                    

-Ey, ¿cómo te fue?-me preguntó Kaya animada, bajando los escalones de la entrada principal de dos en dos.

-Para serte sincera, me ha salido tan bien que me da miedo porque fuera tan fácil-le sonreí, y me reí al ver su cara de confusión.

-¿En?

-Significa que como normalmente me sale mal, estoy asustada de que me haya confundido. Porque este me ha salido muy bien-le expliqué pacientemente. El rostro de Kaya dibujó una sonrisa.

-Ahhh, vale. Bueno, mientras te haya salido bien, me da igual que te expliques como un cerdo en un teléfono-sonrió la pelinegra.

Le lancé una mirada asesina.

-¿Y a ti cómo te ha salido?-pregunté.

-Honestamente, me ha salido increíblemente...-dijo Kaya cogiendo una bocanada de aire-...mal. ¡Las Matemáticas y yo nos llevamos a muerte! Voy a suspender, fijo-se quejó mi amiga.

 Sustituí mi mirada asesina por una de compasión y le cogí del brazo mientras la conducía al jardín.

 -Vamos, Kaya, con la cerebrito que estás hecha, fijo que apruebas. No seas tan dura contigo misma, amiga-la consolé mientras atravesábamos el césped con cuidado de no tropezar con ningún aspersor.

-Tengo asumido que estudiaré Artes, odio las Ciencias-me confesó.-Además, si me aceptan en el casting de Furia de Titanes, como las grabaciones son en Inglaterra, podré veros aunque no me cojan en Oxford.

-¡Kaya Rose Scodelario!-bramé. Kaya me miró con miedo, porque yo nunca la llamaba por su segundo nombre.-¡Qué es esa bobada de que no te van a aceptar en Oxford! Eres muy inteligente y sacas unas notas impresionantes; serían tontos si no te aceptaran.

-Si tu lo dices...-exclamó ella un poco desilusionada.

-¡Pues claro que lo digo!-le dije.-¡Soy tu madre, así que te ordeno que seas feliz AHORA MISMO!

Kaya me abrazó riendo.

-Gracias, Bri. No sé qué haría sin ti amiga-me dijo.

-Pues nada, sinceramente tú sólo...-empecé a decir mientras miraba la hora en mi reloj de pulsera-¡LLEGARÍAS TARDE AL PARTIDO!

-¿Qué estás diciendo?-me preguntó Kaya confusa.

-¡QUE LLEGAMOS TARDE AL PARTIDO!-enseñándole la hora de mi reloj.

-¡Corre!-gritó ella, presa del pánico.

 Las dos salimos despedidas como alma que lleva al diablo. Atravesamos el césped completo, y no sé ni cómo no nos caímos de boca a la velocidad que llevábamos. Suerte que no había nadie en el césped o los habríamos arrollado, aunque era  lógico que no hubiera ni un alma; todos estarían en el partido en el que nosotras también deberíamos estar.

 Cuando llegamos al campo, estaban absolutamente todos los  asientos cogidos. Había gente aplastada unos con otros, gritando frenéticamente. Sólo se veían cuatro colores por todas partes: el blanco y azul de nuestro equipo y el amarillo y negro de Tottenham High School, contra los que se enfrentarían nuestro instituto por el puesto de ganador en la Liga de Institutos de Fútbol Americano (Rugby). La gente llevaba desde camisetas hasta enormes banderas y bufandas; pinturas en la cara y bocinas para animar.

-¡Bri!-me llamó Kaya, gritando por encima del jaleo.-¿¡Cómo conseguiremos asiento!? ¡No hay sitios!

-¡Mira, creo que si utilizamos los codos para empujar a la gente, podríamos...!-mis ojos volaron y vi a una pequeña rubia haciéndonos señas desde la grada.-¡Kaya! ¡Acabo de ver a Hennie, vámonos con ella!

Nunca digas sí a la primera (Thomas Brodie Sangster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora