CAPÍTULO 47

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-¡Escúchame!-grité mientras lo perseguía.

-¡No escucho a la gente que me utiliza!-me gritó Thomas mientras lo perseguía.

-¡Yo no te he utilizado!-grité.-¡No me digas que crees a Mabel antes que a mí!-llegó a su habitación y entró. Apreté el paso para alcanzarlo, pero me cerró la puerta en las narices.-¡No seas como un crío chico y no me cierres la puerta en las narices!

-¡Lárgate, Bri!-me dijo él.

-¡No pienso irme hasta que no abras la maldita puerta!-dije aporreando el trozo de madera con bisagras que nos separaba.

-Dime sólo una cosa; ¿es mentira lo que ha dicho Mabel?-me preguntó desde su habitación.

-No exactamente, pero...-intenté explicárselo, pero me cortó.

-¡Paso de escucharte! -gritó él.-¡No quiero que me hables, ¿entiendes?!

-Escucha, yo me tropecé y Cameron me cogió para que no me cayera. Entonces me besó; pero no lo hizo por engañarte, fue porque se va a olvidar de mi-grité, harta de que no me quisiera escuchar.-¡Yo te quiero a ti!

-¡Me da igual!-me gritó desde el otro lado.-¡No quiero volver a veros a ninguno de los dos!

-¿Qué quieres decir con eso?-le pregunté, cansada de dar voces.-¿Estás cortando conmigo?

-¡Sí!-dijo Thomas, y mi corazón se partió.-¡No! ¡No lo sé,¿vale?!

-Avísame cuando te hayas decidido-murmuré dolida, y me fui.

Me encontré con mis amigos por el pasillo, pero no respondí a ninguna de sus preguntas; sólo les dije que quería estar sola. No sabía a dónde ir; en mi cuarto me parecía que las paredes se me caían encima. Ande sin darme cuenta de por donde iba, sólo quería alejarme de allí. Me puse los cascos e intenté no pensar en nada, pero no paraba de recordar nuestra conversación una y otra vez.

Pasó una canción, y otra más. Hubo otra después, pero yo no sabía qué estaba escuchando, tenía la cabeza como metida en un casco. Llegué sin quererlo al centro y, sin saber cómo, pronto estaba sentada dentro del tobogán del parque al que fui con Thomas en Navidad. No paraba de mirar a mi alrededor, recordando cada cosa, cada pequeño detalle, pero eran como humo.

 Alguien subió al tobogán y se sentó a mi lado. Levanté la cabeza asustada, pero al ver a Cameron a mi lado me tranquilicé. No dije nada, sólo nos quedamos los dos en silencio. Probablemente, él fuera la única que persona que quería a mi lado, porque estaba perdiendo a Thomas, como yo.

 Cuando pensé eso, apoyé la cabeza en su hombro y me eché a llorar. Él me pasó el brazo por los hombros, pero dejó que me desahogara tranquila. Le empapé la camisa, pero no dijo nada. Cuando terminé y me soné la nariz, Cameron dijo:

-Cuéntamelo.

Así que se lo conté todo, sin omitir nada. Cam me miró triste y yo apoyé mi cabeza en su hombro.

-La hemos armado-dije solamente cuando terminamos.

-Yo la he armado-me dijo.-Tú estás involucrada solo por mi culpa.

-¿Qué podemos hacer?-le pregunté.

-Thomas es muy impulsivo, pero cuando se le pase el calentón, a lo mejor podemos hablar con él y arreglar las cosas-dijo Cameron, pero yo sabía que mentía.

-Cam, dime la verdad.

-Está bien-suspiró él.-Creo...que no hay mucho que podamos hacer, Bri.

Las lágrimas volvieron a escaparse de mis ojos, y lo mismo le pasó a mi amigo. Nos desahogamos llorando y, cuando terminamos, nos limpiamos el uno al otro.

-Tenemos que volver-dije.-Los demás tienen que estar preocupados.

-Está bien-me dijo Cameron.-Vamos.

Nos pasamos el camino en silencio, él con las manos en los bolsillos y yo con los brazos cruzados; los dos mirando al suelo. Nos hacíamos compañía, pero nuestra mente estaba en otra persona. Cuando llegamos, cada uno se fue a su habitación. Lo primero que hice al entrar fue tirarme en la cama y, con las pocas fuerzas que me quedaban, miré el móvil que estaba cargando en mi mesilla, pero no había mensajes ni de Thomas ni de mi hermano Bruno. Me di la vuelta y me quedé dormida con la almohada en la cabeza.

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NARRA THOMAS:

Me despierto y miro la hora en mi móvil; las 11:40. Bah, no tengo que dar clases hasta la semana que viene por lo del accidente y, aunque tuviera que darlas, tampoco iria. ¿Para qué, para ver a todos mis amigos repetirme que escuche a Bri y a Cameron, que ellos tienen parte de razón, que antes de decidir tengo que escuchar la historia completa...? No quiero escuchar a nadie, sólo quiero seguir durmiendo, así a lo mejor despierto de esta pesadilla.

 Así que me pongo boca abajo e intentó volver a dormirme, pero es imposible, porque tocan a mi puerta. Me hice el dormido, para ver si se iban, pero siguieron tocando.

-¡Joder!-murmuré, y abrí cabreado, con ganas de meterle un puñetazo a quien estuviera allí, pero me detuve al ver quién era.

Era Bri. No llevaba el uniforme y estaba de brazos cruzados, pero aún así pude notar sus ojeras y su pelo revuelto en una coleta. Tenía cara de no haber dormido en toda la noche. "No habrá dormido, seguro que ha estado con Cameron", me dijo mi cerebro, e intenté cerrarle la puerta igual que ayer, pero fue más rápida y se coló dentro.

-Bri, vete-dije con voz ronca por el sueño.

-Quiero hablar contigo, y no me pienso ir hasta que me escuches-dijo con voz firme.

-A ver como hago que lo entiendas: no...quiero...hablar...contigo-dije, hablando despacio.

-No me trates como si fuera tonta, porque seguro que si la situación fuera al revés te gustaría que yo te escuchara-dijo, y le tembló la voz, pero lo ocultó con una tos.

-Ya dijiste todo ayer, ¿no?-dije cruzándome de brazos.-Me lo explicaste, pero no me dijiste por qué no me lo habías dicho antes, por ejemplo.

-¡Porque no pude!-dijo Bri rechinando los dientes.-Iba a decírtelo, pero la guarra de Mabel vino y te lo dijo antes...Tienes que creerme; Cameron y yo estamos destrozados y...

-Bueno, tan destrozados no estaríais anoche, ¿verdad?-dije rabiendo por dentro.-O si no, ¿de qué van a ser esas ojeras?

-¡Son por ti, tonto!-me gritó.-¡No he podido dormir más de cinco minutos seguidos porque estoy destrozada, porque no sé qué hacer! ¡No puedo más, no puedo yo sola!-dijo.-¡Te sigo queriendo, joder! ¡Te quiero tanto que hasta me duele!-dijo, y le falló la voz.

Yo me quedé callado, y ella sacudió su coleta, haciendo que algunos mechones rubios se escaparan de la goma.

-Lo siento...-dijo ella.-Ya lo pillo, tú no me quieres ya-dijo y se dirigió hacia la puerta.

-¿¡Que qué!?-grité yo.-¡¿De verdad piensas que no te quiero?!

Ella se me quedó mirando sin decir nada, así que yo me dirigí a ella dando zancadas, le cogí de la cara y la besé con fuerza. Ella me rodeó con las piernas y me siguió el beso, que cada vez iba a más, y cuando nuestras lenguas se tocaron, me dirigí con ella y caímos los dos en la cama, con ella debajo de mí. Le empecé a besar el cuello y ella me fue recorriendo la espalda con sus uñas, dejando unas marcas que me hicieron bajar por su cuello. Le quité la camiseta, y empecé a besarla, pero en ese momento la miré. Vi sus ojos miel brillantes y me di cuenta de lo mucho que la amaba.

-Bri, ¿segura?-le pregunté. Lo último que quería era hacerle daño, incluso aunque ella me lo hubiera hecho a mí.

-Más que nunca en mi vida, Sangster-susurró contra mi piel, y esas palabras fueron las que me hicieron que perdiera el control por completo.

Nunca digas sí a la primera (Thomas Brodie Sangster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora