016. Si Lucas fuera tan perfecto...

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016

Si Lucas fuera tan perfecto...

Carol, mi hermana mayor, se casó con Fred unos años atrás. Yo tenía quince años y Lucas ya se había mudado, mamá me había comprado un vestido verde y unos zapatos de tacón bajo que le combinaban. No quiero ni recordar todo lo que se rió Nick de mí. Mis pies no paraban de doblarse y tenía que sujetarme de su brazo todo el tiempo. Por cierto, él se veía moderadamente, y solo moderadamente, lindo con su traje sin corbata.

La cosa fue que Carol tuvo una clase de ataque de pánico el día antes de la boda. Si yo fui una reina del drama cuando Jackson me dijo que besaba mal, Carol fue la Diosa del drama ese día. Todo estaba mal; las flores no hacían juego con la decoración, el vestido la hacía ver gorda, Fred no la había llamado para despedirse – lo cual en su mundo de histeria significaba que ya no quería casarse con ella- y miles de otras cosas que, como ya todos sabíamos, eran sobre exageradas, ¿Y por qué menciono esto? Pues porque ahí comprendí una cosa.

El amor te hace estúpido.

Bueno, quizá puede ser diferente dependiendo de las personas, pero siempre existe ese pequeño momento en que sabes que exageras, sabes que estás siendo estúpido, y de todas maneras lo haces. Lo comprendí el día del pánico, lo comprendí al día siguiente cuando vi el brillo en los ojos de Fred al decir "sí" y lo comprendo ahora cuando escucho a Nick y a Megan discutiendo por celular.

—¿De qué hablas Megan? ¡Nunca me lo mencionaste! — Nicholas me está dando la espalda y mira por la ventana mientras habla con la chihuahua. 

Tiene una espalda muy musculosa... maldito campamento de verano que convirtió a Nick en un sex-symbol.

Estoy acostada en la cama y finjo prestar atención a la televisión cambiando los canales repetidas veces mientras mi nervioso y atractivo mejor amigo sigue discutiendo con su sobre exagerada novia y trata de calmarla con dulces frases. Ugh, detesto esto. Acabábamos de llegar a la habitación con toda la intención de... practicar, cuando Megan lo llamó. Nick me dijo que lo esperara unos segundos, ¡Pero ya lleva casi veinte minutos!

—No, Megan. Nunca me dijiste que querías estudiar conmigo, ¡¿Por qué te ignoraría?! Megan... no digas eso... ¿Qué? ¿Estás escuchándote? — Entonces baja un poco la voz y empieza a susurrar —. Es Leila, por favor, ¿Qué te sucede?

Ah, así que la chihuahua estaba hablando de mí. Dejo de cambiar los canales y me siento en la cama para escuchar mejor. Nick se da cuenta que lo escuché y pone los ojos en blanco, se acerca más a la ventana y apoya su frente en el vidrio. Veo su reflejo, cierra los ojos y suspira.

—Estás exagerando, Megan. eso nunca va a pasar, ¿Por qué te dejaría? — mi corazón se hunde o quizá son mis propias fantasías dándose cuenta de la realidad —. No, Megan..., perdón, sí... es mi culpa, quizás lo dijiste y no te escuché, lo sé... te amo.

Eso es todo. No necesito más para darme cuenta de lo que está pasando. Nick puede estar teniendo cierto porcentaje de placer al darme lecciones, puede que sienta cosas... aunque sean mínimas, pero él no me quiere. Él no me ama, él está con Megan y no piensa ni por un segundo en la posibilidad de dejarla, ni siquiera por mí. 

Y lo malo de todo esto es que tampoco me parece una razón válida para que cancele las lecciones. No quiero pararlas y soy una completa estúpida por eso. Realmente soy patética. No quiero dejar de besarlo y tocarlo de un día para otro, porque ya sé cómo se siente estar en los brazos de Nick Collins, sé cómo es ser besada y tocada por él, y adoro cada segundo en que eso pasa. Adoro sus labios tersos y agresivos sobre los míos, su perfume mezclado con su olor natural, la suavidad de sus ondulados cabellos y la intensidad con la que me miran sus ojos mieles. Todo Nicholas Collins me hipnotiza y me hace querer más.

Enséñame a besar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora