017. Feliz cumpleaños, Leila

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017.

Feliz Cumpleaños, Leila.

16 años.

Lucas y sus ojos azules como el mar profundo.

Lucas y su cabello de cobre como el ocaso en su punto justo.

Lucas y su sonrisa blanca como perlas en el agua.

Lucas y sus brazos cálidos como el fuego que mata.

Lucas y sus labios dulces que besan y toman tu alma.

Observo el papel y tacho las líneas con brusquedad, arrugo la hoja y lanzo la bola contra la pared, esta cae al suelo semi abierta y se detiene. Me cubro con las sábanas y escondo mi rostro en la almohada, no hay nada que celebrar hoy.

Lucas no está aquí.

Es mi primer cumpleaños sin él, desde que lo conozco todos mis momentos importantes los he compartido con él, Nicholas y Jamie, pero ahora él ya no está, se había ido hace tiempo y lo muy poco que hablamos no podría satisfacer de ninguna manera cuanta necesidad tengo de verlo y abrazarlo, de sentir su perfume y escuchar su risa.

Me acomodo en la cama y veo los regalos que tengo encima de esta, está el regalo de mis papás - bueno, no es exactamente un regalo, no sabía qué pedir para mi cumpleaños así que les pedí dinero- el regalo de Tía Harriet, una camisa vaquera de cuadros; el regalo de Jamie, unos aros dorados que habíamos visto en una tienda y el regalo de los padres de Nick, un morral estilo vintage que podré usar para la escuela.

No es que sea mal agradecida, pero de alguna forma me siento insatisfecha. Me falta algo muy importante y es la compañía de Lucas. Aun cuando el último día, antes de partir, no haya nombrado el beso que nos dimos el día anterior, sigo extrañándolo. Tampoco lo hizo las veces que me llamó para Navidad o Año Nuevo, nuestro contacto se había perdido y ahora hablaba más con Nick o con Jamie, Lucas trataba de no ignorarme, lo sé por sus intentos de crear un tema de conversación en nuestras llamadas, pero desde nuestro beso las cosas habían cambiado mucho.

Knock Knock — Jamie abre la puerta con cautela y asoma su cabeza por la ranura de la puerta — ¿Todavía sigues sin querer bajar? Estamos esperándote abajo, Leila.

—Ya lo sé — murmuro y me destapo —. Lo siento, no quería ser descortés.

—Un cumpleaños no debería ser de esta forma, se supone que debes divertirte. — Me regaña y pone los brazos en jarra —. Y por eso mismo he venido a verte — sonríe con misterio —. Tengo un regalo extra para ti.

—¿Ah sí? — me sorprendo.

Jamie asiente con la cabeza y del bolsillo de sus jeans saca su teléfono, termina por entrar a la habitación y me lo tiende. Cuando lo tomo veo que hay una llamada en transcurso, pero no hay un nombre, solo números.

—Espero que esto te alegre un poco — dice y me da un beso sonoro en la mejilla — ¡Ah, lo olvidaba! Ten, pero no puedes abrirlo hasta que él te lo diga, ¿Vale? — asiento con la cabeza confundida.

¿Él?

Jamie deja en mis manos una cajita de terciopelo azul marino y se va dando saltitos hasta la puerta como si estuviera muy satisfecha de lo que acaba de hacer. Cuando la puerta está cerrada me siento con la confianza para hablarle a la persona detrás de la línea, mis manos tiemblan cuando acerco el celular hasta mi oído, porque ya tengo una sospecha de quién es.

—¿Hola? — mi voz tiembla tanto que me avergüenzo de mi propia voz.

—Feliz cumpleaños, Leila — suspira mi nombre lentamente como si estuviera liberando el aire contenido, yo profiero un grito. No puede ser.

Enséñame a besar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora