039. Joder, lo seré.

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Maratón 2/2

039

Joder, lo seré.

Veo a poco metros el edificio de la escuela, los colores azul y blanco resaltan en el escudo posicionado en la torre más al centro de la instalación. Hubo un tiempo en que los cuatros íbamos, en el antiguo auto de Lucas, a la escuela. Mi corazón se encoge al recordar la vieja Leila, con el estúpido enamoramiento, y con los ojos siempre puestos en el hermano mayor de su mejor amiga. Es imposible, debe haber algo más, después de tantos años, ¿Cómo es que él pudo esconder sus sentimientos por tanto tiempo? No lo creo. De verdad no lo hago.

Lucas se estaciona en la entrada de la escuela y apaga el motor del auto, nadie quiere romper el silencio, quizás todos estamos recordando nuestras viejas andanzas. Antes de que Lucas se fuera a estudiar, antes de que Nick se fuera al campamento, antes de que yo siquiera tuviera sentimiento por cualquiera de los dos, antes de todo.

Miro la hora, hemos llegado diez minutos tarde.

—Gracias por el aventón, hermano — carraspea Nick y abre la puerta del copiloto.

—De nada, cariño — bromea Lucas y le guiña un ojo.

—Gracias, Lucas — murmuro y salgo de auto mirando el suelo.

—De nada, pequeña — lo escucho hablar, pero sigo dándole la espalda.

No quiero mirar sus ojos intensos, es demasiado para mí. Me siento horrible por reaccionar de esta manera ante su mirada, como si envolviera todo mi cuerpo con fuego.

El auto vuelve a encenderse y Lucas se va, me volteo para mirar a Nicholas y su mirada conecta con la mía de inmediato, pero no me habla, solo toma mi mano y hace ademan de que avancemos. Seguimos caminando hacia el edificio en silencio, tengo miedo de haberlo hecho enoja. Mierda, no era mi intención causar esa tensión entre nosotros.

El pasillo está silencioso, y a través de las puertas puedo ver que las clases ya han empezado, los profesores están hablando adelante y cuando hago el intento de doblar a la sala donde está mi clase de Historia, Nicholas tira de mí y me hace entrar a la puerta contraria, que está al otro lado del pasillo.

Las escobas, las palas, y los cubos de agua amontonados en una esquina me saludan, río internamente. Debí haberlo imaginado. No huele a polvo esta vez, deben haberla limpiado hace poco, porque las ventanas están abiertas y las losas del suelo están limpias, reluciendo en un color café. La puerta se cierra detrás de mí y me giro para mirar a Nicholas un poco asustada, éste da dos zancadas hacia mí con semblante serio y levanta dos dedos justo enfrente de mi cara.

—Dos cosas — susurra —; Me has puesto jodidamente duro a posta y has hecho que Lucas te imagine con un sexy uniforme de porrista.

—No era mi intención — bajo el rostro —. Quería burlarme un poco de los dos, pero no pensé que fueran a reaccionar así.

Nicholas jadea y me toma por la cintura.

— ¿Obviamente tengo que explicártelo, no? — asiento con la cabeza y él suspira —. Creo que para este punto ya tienes idea de cuánto me muero por ti — Una de sus manos se escabulle por debajo de mi playera para tocar mi espalda, sus dedos son tan cálidos que me estremezco—. Porque me vuelves malditamente loco... y a Lucas también le pasa, Leila. Así que sí, me molesta cuando le das a otro la libertad de tenerte como una fantasía sexual.

Me quedo observándolo detenidamente, me concentro en las partes de mi cuerpo que está tocando con firmeza, su calor contrasta con la temperatura de mi cuerpo y sus sentimientos tan poderosos hacía mí me abruman. Mojó mis labios, me pongo de puntitas y le doy un corto beso.

Enséñame a besar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora