021. Maldición Leila, ¿Por dónde quieres que empiece?

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(Nota: el capítulo  20 es privado. Solo los que me siguen pueden leerlo)

021

Maldición Leila, ¿Por dónde quieres que empiece?

La sala de matemáticas es la más grande de la escuela, tiene cinco mesas que cruzan el salón de forma horizontal, las primeras cuatro tienen cinco asientos y la última tiene tres. En total deberíamos ser veintitrés estudiantes, pero somos veintidós, por lo tanto siempre sobra un asiento. ¿Leila, por qué das tantos detalles innecesarios? Pues porque Nicholas y yo siempre nos sentamos en la última fila, y por lo general, Megan se sienta con nosotros, pero hace media hora que Nick la mandó al carajo, así que ha decidido sentarse adelante y dejarnos solos atrás, ¿Entienden a donde voy ahora? Nick y yo estamos solos.

La sensación de su cercanía me hormiguea la piel, puedo escuchar su respiración pausada y a momentos una ráfaga de su olor cosquillea mi nariz. No dejo de pensar en lo que hicimos en la sala de escobas. Nunca había estado tan desnuda frente a alguien y mucho menos frente a un chico, sé que no estaba completamente desnuda, pero la sensación de timidez debe ser casi la misma. Puedo recordar el olor a sudor, el sonido de nuestras respiraciones y jadeos, sus manos en mis pechos, mis manos en su espalda y la fricción de nuestros jeans cada vez que nuestras caderas subían y bajaban.

Con lentitud giro mi cabeza para poder mirar su perfil, hago un recorrido desde su barbilla hasta su cuello, porque mi frente, mis labios y mis manos estuvieron tocándolo minutos atrás y ahora parece una zona tan prohibida. Nicholas levanta la cabeza y me observa, una pequeña sonrisa nace en la comisura de sus labios y luego levanta una ceja, su mirada lujuriosa me sube la temperatura casi al instante, siento el rojo subir por mis mejillas y vuelvo a mirar la pizarra.

-La probabilidad – empieza el maestro - mide las posibilidades mayores o menores para que se dé un determinado evento... - entonces la mano de Nick me toma por la cintura y tira de mí.

-¿Qué probabilidad hay... – su boca roza el lóbulo de mi oreja- de que Nicholas y Leila vuelvan a la sala de escobas?

Por favor, que alguien me devuelva el poder del habla ahora mismo.

-O mejor aún – ahora sus labios van recorriendo mi mejilla- ¿Qué probabilidad hay de que me encienda como una moto y te bese aquí mismo?

Suspiro. Cierro los ojos. Lo aparto de mí. Mi corazón bombea y tengo una sensación extraña en el estómago, como de necesidad.

-Déjalo, Nicholas – alejo su mano de mi cuerpo y niego con la cabeza – No está bien que hagas estas cosas.

Veo la confusión en sus ojos, una confusión muy cercana a la decepción. Casi puedo ver sus orejas de cachorrito cayendo hacia los lados, pero no puedo dejar que me toque así cuando veo la cabellera negra de su novia a unos metros de nosotros.

-Maldición – murmura y aprieta los puños – Oh, Leila... maldición.

De pronto sus ojos no se ven confundidos, se ven enojados. Él deja de mirarme y baja la cabeza maldiciendo en voz baja una y otra vez, se toma el puente de la nariz y cierra los ojos.

-¿La he cagado, cierto? No debí haberte llevado ahí. Mierda, lo siento tanto Leila. No lo pensé, no sabía que ibas a sentirte tan mal...

-No, no es eso... - susurro.

-¿Entonces qué es? – Toma mi mano con preocupación - ¿Te lastimé? Es la primera vez que hago esto con una chica, me refiero a... con ropa. Joder... no podía... no contigo, no ahí, ¿Lo entiendes? No es lo correcto, tu primera vez no puede ser así.

Enséñame a besar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora