Capítulo 27: reunión X para el escuadrón X

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El resto del sábado transcurrió tranquilo, podía remarcar que al menos los primeros sábados no serían tan malos. Suponía que después vendría lo complicado. Pero mientras no sucediera pronto y yo no supiera de que trataba el entrenamiento complicado... bueno, al menos podría dormir.

Me dirigí a la cocina, luego de haberse quitado mis nervios de encima, mi estomago tenía hambre.
Heily me había dado café que llevó en un termo, pero era líquido y, a pesar de ser mi líquido preferido, no me llenaba.

Eran las 6 de la tarde y mi madre aún no estaba en casa, por lo que no había nada preparado para comer.
Recordé que ella había comprado magdalenas el día de ayer y prácticamente revolví media casa en su búsqueda.
Chocolate rellenas de dulce de leche... o mi madre había dejado sus hábitos sanos o, lo mas probable, las había comprado para mí.
Devoré medio paquete y por fin más tranquila me dirigí a descansar un rato.
No pretendía dormir, aunque el cansancio evidentemente me ganó.

•••

Caminaba en un pasillo sin fin, frío de un lado y caliente del otro.
Comenzaba a acostumbrarme a aquel clima tan aclimático.
Pero no me acostumbraba a soñar siempre lo mismo, o más concretamente, con el mismo lugar.
Me preguntaba quién era el encargado de crear los sueños.
Siempre se dijo que el inconsciente, el cerebro rememorando eventos del día o tal vez sólo dándonos algo de diversión, expresando temores o liberando estrés.
Pero no me fiaba de aquello, no porque no sonara lógico, sino porque todo había cambiado para mi y supongo que al cambiar mi alrededor, también cambiaba mi percepción de él.
tampoco era probable que Dios mandara pesadillas tan escalofriantes, siquiera como castigo. Supongo que esa era una duda que quedaría sin respuesta. Una más para la colección que se acumulaba.

Continúe caminando, con miedo a que podía hallar allí. Todo por delante de mi estaba oscuro y aunque podía ver, no notaba la presencia de nadie.

Pensé que habían pasado al menos 30 minutos desde que comencé a caminar, aunque supongo que en realidad habrán sido unos 15.
El largo pasillo se bifurcó en dos, decidí tomar el de la derecha ya que yo era diestra y ir en esa dirección se me hacia natural.
La continuidad de este nuevo pasillo era corta, pronto me hallé en una sala circular en donde reposaba un trono, por llamarle de algún modo, con cojines violetas y detalles de lo que parecía oro.
No me sorprendió como debía el que estuviera en medio de la nada, lo hubiera hecho de no estar sentado una persona que yo conocía en el.

Alguien rubio dorado y con ojos negros como pozos se encontraba mirándome. La misma persona que hallaba en todas mis pesadillas sin saber bien quién era.

<< Volvemos a encontranos, debo suponer por la falta de horror en tus ojos que aún no sabes quien soy >>

Su voz resonaba en mi, recorría mi cabeza, y tenía razón, aun no llegaba a saber la persona que se suponía que era.

<< Sé que morirás, así que sólo me pregunto si vale la pena decirte quien soy para arruinarte lo poco que te queda de vida y tus esperanzas >>

No pude más que guardar silencio, estaba desconcertada y no sé si la curiosidad podría ganarle al temor.
Quería saber su nombre, pero si era como él decía y arruinaba mi vida o mi esperanza, me parecía un costo muy caro.

<< Tuve paciencia durante miles de años pero el pasar de el tiempo me ha vuelto impaciente, lo lamento pobre niña pero deseo disfrutar de tu tormento al oír mi nombre, quizá incluso se te dificulte menos volver a verme cuando tu corazón ya haya dejado de latir >>

- No estoy segura de querer saber quien eres - en mi voz había duda, y bien sabía que pronunciar aquello no tendría el menor efecto cuando ya se había definido.

Tentación MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora