capítulo 34: El bosque de la mente

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Debo decir que en cuanto se fue Dylan se me hizo muy difícil alejar a Ithan de mi. En parte porque era insistente y en otra porque en verdad me gustaba el efecto de él sobre mi.
Aún así, como el cerebro me había dicho antes, me dispuse a "echarlo" en cuanto las cosas subieron de tono.
Tenía muchas cosas en las cuales centrarme y por mucho que mi cuerpo deseara con cada onza de su ser estar lo más cerca posible de Ithan, sabía que no era posible con el viaje al infierno tan cerca.

Fijé mis pensamientos en algo menos estresante que el amor o el demonio y me dediqué a limpiar para reducir mi estrés.

Minutos después la casa relucía mientras yo me caía a pedazos sobre el sillón. Cerré mis ojos esperando encontrar alivio en el sueño y me dejé llevar por los brazos del cansancio.

. . .

Estaba en los bosques de la mente, como yo había apodado al conjunto de árboles y recuerdos donde me le declaré a Ithan.
Todo se encontraba más oscuro y falto de brillo que la anterior vez.

Me moví por entre los árboles a ciegas, sin la guía del viento, encontrando recuerdos en cada sitio por el que pasaba. Habían muchos más que la anterior vez.
Sabía que sería normal dado que habían pasado sucesos importantes desde que estuve aquí, pero lo que no era normal era que todos eran antiguos, de cuando yo era pequeña, y algunos no sabía que existían.

Rocé con mis dedos uno en el que veía a Porter; aunque seguía sin parecer él, se encontraba años más joven; ese acto provocó un revoltijo en mi estomago y cuando pude observar mi entorno noté que estaba dentro del recuerdo.

Mi madre estaba en el living, Porter estaba sentado en un sofá y hablaba con mi madre. Pude ver como una pequeña yo se acercaba lentamente y escondida tras la pared escuchaba.
El acto de ella me permitió oír a mi.

- Deberé entrenarla cuando alcance una edad favorable - iba diciendo Alexander a una Edith muy seria.

- ¿Entrenarla? ¿Acaso crees que es un soldado?

- Tienes suerte de que no lo sea. He estado ocultando su presencia tanto a Lucifer como a los Ángeles de Dios. Pero sabes perfectamente que si ellos supieran sobre Hanna no tardarian en insmiscuirla en sus asuntos.

- Si la has ocultado hasta ahora y no ha necesitado entrenamiento, no entiendo por que vaya a necesitarlo después.

- En cuanto cumpla 17 años va a ser notada por todos, ya no podré hacer nada, necesita estar preparada para defenderse llegado el momento.

- No podemos empezar desde ahora, a penas es una niña, no llega ni a los nueve.

- Cuanto más tiempo se prepare, mejor será su defensa.

- Aún no Alex, ayúdame a extenderlo lo más posible, quiero darle una infancia normal y una adolescencia tranquila. Es muy joven para cargar el peso que su padre puso en ella, él se volvió loco, ¿qué le esperará a Han?

- ¿Hasta cuando quieres aguantar, Edith? Me cuesta mantener su esencia oculta y ni siquiera está cerca de los 17.

- Por lo menos hasta un año antes, un año te dará tiempo, confío en ti; Drew decía que entrenaste a los mejores en menos de seis meses.

- ¡Con los mejores usaba técnicas que no puedo usar en una niña!

- Tendrá dieciséis, ya no será una niña. Al menos concédele una infancia feliz, no tendrá padre.

La parte consciente de mi, que no se dejaba apabullar por los pensamientos de la niña confundida, estaba horrorizada de presenciar como su madre le negaba ser consciente de lo que era pero a la vez la protegía con uñas y dientes. Era lindo de su parte que quisiera darle una infancia normal, pero el negar la realidad, el ocultar lo evidente, la había llevado a no estar preparada en este momento, a tener que entrenar con un reloj sobre su cabeza, porque muy hondo en su inconsciente sabía que no contaba con demasiado tiempo.

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