Capítulo 9

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En un depósito prácticamente deshabitado cerca del puerto de la costa este de New York, se podía presentir el desespero de una persona que luchaba por liberarse.

los hombres de Luka cuidaban el área. Cumplían las órdenes del Sr. Petrov. Nadie entra, nadie sale, sólo debían esperar su llegada... Y ya se estaba tardando.

Un auto negro se estacionó en la entrada y de él se bajó Luka acomodando su saco meticulosamente, era todo un hábito en él.

- ¿Sigue adentro? -Preguntó a uno de sus hombres al acercarse.

- Si señor, desde que lo encerramos allí me ocupé de que nadie entrara. -Luka agradeció la eficiencia y se adentró sólo al depósito. A lo lejos se podía escuchar las sirenas de los barcos pesqueros y el chillido incesante de las gaviotas que eran atraídas al puerto.

Si había una cosa que odiara más que el olor de los puertos definitivamente era el lodo que había en él... y ahora en sus zapatos.

- Maldición. -Se quejó.

Suspiró molesto, pero continuó hasta llegar a las puertas metálicas que, al apenas moverlas emitieron el chirriante sonido. Dentro se encontraba aquel hombre escondido en la penumbra, amarrado a una silla.

- ¡¡Hola!!- Saludó energético olvidándose de el lodo en sus zapatos.

Aquel hombre levantó su cabeza en busca del idiota que, claramente se dirigía a él. Sabía quién era, pero no tenía idea de que quería con él.

- Voy a... -Encendió el interruptor, iluminando el lugar. -La oscuridad me excita. -Bromeó soltando una risa entre dientes.

- ¿Qué quieres? ¿qué te dé una mamada? Pendejo.

Luka fingió pensar la propuesta, pero terminó negándola. - No gracias. -Volvió a sonreír. -Tal vez quieras que llame a alguno de mis chicos, creo que gustosos aceptan. – Ofreció y el sujeto se asustó de la posibilidad.

- Jódete. -Dijo escupiendo en su dirección.

Luka arqueó una ceja ante ese acto, se acercó tranquilo y así de la nada empujó la silla hasta que las patas traseras se inclinaron lo suficiente como para que el peso del hombre la llevara hasta el suelo, golpeándose fuertemente la cabeza y su espalda.
Como si eso fuera poco, una vez en el suelo quejándose del dolor, Luka se limpió el lodo de sus zapatos en la cara del tipo pasándolos por el cabello, la boca y luego terminó refregándose en su ropa.

Volvió a parar la silla y le propinó un golpe en la mandíbula, el golpe fue tan fuerte que la silla volvió a tumbarse, pero esta vez el hombre calló inconsciente.

Mierda. Se quejó cuando su celular comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo. Y el nombre de Connor aparecían en pantalla.

- Hola, bebé.

- Ok fingiré que no escuché lo último. -Dijo bufando y es qué, su primera regla al empezar a salir fue nada de apodos cariñosos como: bebé, cosita, corazón, gordito y otras santas de estupideces. Mi madre se esforzó mucho pensando un nombre para su hijo, respeta y llámame por mi nombre. Esas habían sido sus palabras a modo de escusa. A lo sumo recordó que en ocasiones (y sólo en las correctas) lo dejaba llamarlo cariño, pero Connor jamás lo había apodado hasta el momento.

- Está bien.... dime que sucede. -Sonrió, aunque él no pudiera verle.

- ¿Estás ocupado? -Miró al sujeto en el suelo. No despertaría en un buen rato así que. - No, estoy libre ahora.

- Genial, necesito que pases por mí a la universidad... es que Kai no ha venido hoy, en realidad aún no ha vuelto desde la visita a sus padres. ¿Podrás? Si no puedes tomaré el bus... aunque odie compartir oxígeno con esa gente que mira mi cartera y cree que no me doy cuenta ¡¡sé que quieren robarme!! Malditos.

HEREDERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora