Capítulo 22

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Vladimir

Nada más volver a la casa cerca de las 15:30 pm se dio cuenta que no había nadie. Dejó el saco tirado sobre el sofá y buscó en el refri una cerveza, volvió a la sala de estar y se dejó caer en el sofá recargando la cabeza en el mullido cuero.

En esas pocas horas de soledad Vladímir estuvo pensado en compañía del alcohol, y había llegado a una conclusión, no valía la pena seguir dando vueltas a ese asunto. Espinó la botella de cerveza y la vació dejándola sobre la mesa de la sala junto al resto de botellas que habían sufrido el mismo fin.

Se paró tambaleante y caminó nuevamente al refri. En ese momento Vlad no sabía que era más triste, si ser consciente de la imposibilidad de que Niko conociera las verdaderas palabras detrás de todas las estupideces que le había dicho en la mañana o darse cuenta que ya no tenía del precioso y fiel alcohol que lo acompañara en su pena y lo ayudara ahogar la tristeza como antesala del llanto.

A puras quejas y maldiciendo al estúpido saco que se trabó en su espalda al querer ponérselo rápidamente, Vladímir salió en su auto en busca de un bar, era alrededor de las 8 de la noche cuando sin mucho tiempo que emplear encontró un cartel llamativo de luces de neón.

El Ángel

Parecía una broma de mal gusto que solo el destino le podía jugar, estacionó de mala gana refunfuñando y se bajó cerrando la puerta con una fuerza innecesaria, quiso caminar, pero un fuerte tirón en la parte trasera del saco lo frenó, volteó confundido viendo hacia atrás, al cerrar la puerta parte del saco se atoró quedando atrapado, suspiró cansado y comenzó a tironear para liberarlo en vez de simplemente abrir la puerta, lo único que consiguió fue caer de culo al pavimento y romper parte de su traje preferido.

- Der'mo (Mierda) -Sacudió su ropa a ponerse de pie y masajeo su nalga, lo cierto era que Vladimir ya se encontraba borracho y no parecía tener intenciones de parar por lo pronto, como todo hijo de nación soviética su resistencia al alcohol parecía heredada, la noche aun iniciaba y no quería estar en la casa hasta la mañana siguiente cuando volviera a vaciarse.

Entró al bar sacudiéndose, depósito su existencia en la barra y comenzó a pedir todos los tragos.

Estaba cerca del décimo trago de vodka saborizado, ya había probado todos los gustos que el Barman preparaba: Vodka con saborizado de uva, de melón, manzana, frutilla, pera, y durazno. Ciertamente eran botellas económicas y sin mucha calidad, pero no esperaba otra cosa de aquel bar de mala muerte afuera de la zona residencial.

- Maldito mocoso. - ¿Porqué? ¿Qué hizo en su otra vida para ser castigado de esta manera? Se preguntaba Vladimir volviendo a beber

- Habré sido un gran hijo de puta. -Dejó escuchar los penosos lamentos que trabajaba su cabeza en voz alta. El Barman que estuvo atendiéndolo toda la noche escuchó al hombre he inmediatamente dejó escapar una risa sin contenerse demasiado, estaba acostumbrado a ver sufrir a las personas por amor, pero odiaba a los clientes charlatanes que querían que fuera su psicólogo, por lo que Vlad le cayó bien. Vladímir miró a el tipo con recelo frunciendo el ceño molesto.

-No quiero saber qué tipo te tiene así, pero debo admitir que tienes aguante para beber. – Reconoció el tipo y se fue a atender a otro sujeto tras decir eso.

Maldición, sí que Niko lo tenía loco, no era justo que él sufriera un martirio cuando era el chico quien se pavoneaba frente a él provocándolo, pensó y entonces se decidió, ese mocoso tendría que escucharlo ¿Por qué tenía que quedarse así? ¿Qué perdía con intentar? La repentina claridad atacó al mayor haciéndolo cambiar su opinión en sólo segundos. Le dio fondo a la bebida y salió del bar decidido a terminar con todo este lío en su cabeza.

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