CAPÍTULO 10: MALAS NOTICIAS

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CAPÍTULO 10: MALAS NOTICIAS

Dos días habían pasado desde que Blaine y Sam fueran atacados. Por suerte, ninguno de los dos tendría secuelas, aunque Blaine todavía estaba ingresado porque los golpes habían causado algún problema interno. Sin embargo, sabían que era cuestión de tiempo que pudiera salir del hospital.

Por su parte, Dwight estaba muy preocupado por el futuro de su hijo. Él lo amaba sin importar nada y no quería que dejara de ser él mismo, pero temía que acabara peor la próxima vez que algún compañero hiciera algo similar. Habían hablado con el director del Westerville High School pero éste les había dicho que como había sucedido fuera del terreno del instituto no iban a hacer nada. Saber que no era la primera vez, hizo que el señor Evans no dudara en tomar la decisión.

Hacía días que en la empresa en la que trabajaba estaban buscando voluntarios para trabajar en la sede que iban a abrir en Tennesse. Él nunca había contemplado esa posibilidad y su jefe tampoco había intentado animarlo como había hecho con otros compañeros porque tener un hijo adolescente y dos mellizos de apenas 5 años era demasiado complicado como para añadir una mudanza a la ecuación, pero en ese momento parecía lo más apropiado.

Cuando Sam se enteró de que cambiarían de ciudad, supo que su relación con Blaine había acabado antes de comenzar. Eso dolía más que todos los golpes que había recibido la noche del baile. Eran muy jóvenes para mantener una relación a distancia, eso lo sabía, y tampoco quería que su amado estuviera atrapado en una relación en la que no podría experimentar todas esas cosas que son propias de esa edad.

Temía que su amigo no le dejara y que insistiera en intentar seguir con su noviazgo. El problema era que temía que conocerían a alguien y no sólo perderían su relación, también perderían su amistad. Si había algo que él jamás soportaría, era perder a su mejor amigo.

Blaine vio que Sam entraba en su habitación en el hospital. Los dos días anteriores había estado realmente raro cada vez que lo visitaba y la expresión corporal del rubio mostraba que la situación no había cambiado. Eso rompía el corazón del moreno, que sentía que estaba perdiendo a su novio y, lo peor de todo, a su mejor amigo.

– ¿Cómo estás? – El ojiverde preguntó sin atreverse a tocar al otro.

– Mejor, los médicos creen que podré salir de aquí pronto... Con suerte estaré en casa el día de Navidad. – Anderson intentó mostrarse optimista.

– Me alegro mucho... A nadie le gustaría pasar la navidad en un hospital... – Evans susurró y fue en ese momento en el que miró por primera vez los ojos color avellana del otro. Parecían dolidos y asustados y él supo que iba a poner más dolor en ellos, lo que hizo que se odiara a sí mismo por eso.

– Sam... ¿Qué ocurre? – Blaine preguntó sabiendo que su novio estaba intentando encontrar palabras para decirle algo.

– Nos mudamos a Tennesse después de Navidad. – El rubio decidió ser sincero.

– ¿Qué? – Se dio cuenta de que el otro estaba a punto de llorar, pero él sabía que tenía que ser fuerte si quería que el otro creyera lo que iba a decirle.

– Creo que es lo mejor para todos... Yo no quiero volver al instituto porque no quiero que me agredan otra vez y... Estos días me he dado cuenta de que lo que sentía por ti no... No era amor ni nada parecido... Confundí nuestra amistad con algo más y lo siento mucho. – El ojiverde intentó parecer sincero y por un segundo creyó que su amigo no iba a caer en su mentira, pero pronto se dio cuenta de que había conseguido su objetivo.

– ¿Has jugado conmigo? – El moreno preguntó indignado.

– No... Realmente pensé que sentía algo... De verdad que siento el daño que te haya podido hacer, yo... – Evans evitó mirar al otro, se sentía avergonzado por esa situación.

– ¿Eres consciente de que yo sí siento algo por ti y que has jugado con esos sentimientos? ¿Eres consciente de que acabas de destruir nuestra amistad? – El ojimiel gritó, aunque eso causó que empezara a dolerle la cabeza. Una enfermera entró asustada por los gritos y se dio cuenta de la tensión que había en el ambiente, por lo que decidió invitar al joven a salir de la habitación.

Cuando los señores Anderson entraron a la habitación de su hijo en el hospital, enseguida notaron que el menor estaba muy triste. Intentaron animarlo de diversas maneras pero no conseguían nada. James no sabía qué hacer para aliviar el dolor de su hijo y se sentía tan impotente en ese momento. Tampoco ayudaba que su otro hijo, Cooper, no pudiera viajar desde Los Angeles para ver y apoyar a su hermano. Apenas se habían mandado un par de mensajes desde la agresión y sabía que Blaine estaba resentido por eso.

Llegó un momento en el que el menor no pudo aguantar más y rompió a llorar en los brazos de su madre mientras le contaba todo lo que había pasado con Sam. El mayor decidió salir, aunque sabía que estaba siendo rudo, necesitaba hablar con Dwight y pensaba que su mujer podría encargarse de eso. Lo que él no llegó a saber, era que su hijo interpretaba que se marchara como que no podía soportar escuchar y ver a su hijo tan dolido porque un chico lo había rechazado, haciendo que el menor pensara que su padre no aceptaba su homosexualidad tan bien como había pensado.

Esa fue la primera vez que Blaine sintió que su padre lo rechazaba y, después de haber perdido a su mejor amigo, era lo peor que le podía pasar. Pam no sabía como consolar a su hijo y lo único que podía hacer era sostenerlo y acariciarlo mientras lloraba sin parar.

Sam volvió al hospital para despedirse de Blaine. Sabía que su amigo estaba enfadado con él pero no podía evitar desear verlo una vez. Iba a extrañar tanto pasar tiempo con él, mirar esos hermosos ojos dorados que lo vuelven loco... Incluso besar esos dulces labios, aunque sólo lo había hecho una vez. No entendía por qué todo se había vuelto del revés y odiaba a los que les habían agredido puesto que, sin ellos, él no se mudaría lejos y perdería al amor de su vida.

Lo que más dolió fue ver la mirada que el moreno le dirigió. Era una mezcla de tristeza, decepción y abandono que se quedaría clavado en su corazón para siempre.

– ¿Qué haces aquí? – El ojimiel preguntó.

– Venía a despedirme, nos vamos mañana. – El rubio aclaró.

– No entiendo que vengas a despedirte, tú y yo ya no somos amigos. – Anderson intentó contener las lágrimas que amenazaban con salir. No iba a mostrarse débil delante del otro.

– Nunca quise perderte como amigo o hacerte daño. Realmente pensé que lo que sentía era más que amistad. – El ojiverde estaba acostumbrándose a mentir, aunque todo era porque no quería que el otro sufriera y eso era su motivación, dudaba que fuera capaz de hacerlo en otras circunstancias.

– No importa lo que quisieras o no, la cosa es así. Tú y yo no somos nada. Adiós Sam, espero que encuentres lo que buscas. – Blaine hizo un gran esfuerzo para moverse y se tumbó en la cama de lado, dándole la espalda al otro.

– Adiós. – Evans se volvió y cerró la puerta tras él, se sentía fatal porque sabía que las últimas palabras del otro se quedarían grabadas en su alma.

Tú y yo no somos nada.

Amor Adolescente (Blam boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora