CAPÍTULO 23: ADIÓS

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CAPÍTULO 23: ADIÓS

Sam y Blaine habían estado juntos todos los segundos que habían podido durante sus últimas dos semanas juntos. Para todos era muy triste verlos interaccionar esos días porque sabían que esa relación tenía los días contados. Sus amigos habían decidido darles espacio y ni siquiera habían intentado contactar con ellos, sabiendo que los chicos querrían privacidad.

Ellos tampoco eran ignorantes de esa situación y cada beso se sentía como si fuera el último, cada caricia buscaba grabar un recuerdo en su mente para llevarse con ellos durante ese tiempo que estarían separados. Sabían que la separación sería dolorosa y querían disfrutar del calor de sus cuerpos mientras pudieran.

Sin embargo, no todo habían sido muestras de cariño físico. Habían hablado mucho, sobretodo habían hecho muchos planes. Habían decidido no mantener contacto durante su separación e intentar llevar sus vidas lo más normal posible. Al final de su último curso en el instituto, si seguían queriendo darse una nueva oportunidad, se pondrían en contacto con el otro para intentar verse. El otro sólo respondería si deseaba lo mismo.

Pasara lo que pasase en esos dos años, se prometieron no tener resentimientos por lo sucedido. Si las cosas no eran como ellos querían, su relación debía ser recordada como lo que había sido, un hermoso y maravilloso primer amor. Dos años, veinticuatro meses, eran demasiado tiempo y podían aparecer terceras personas que les resultaran atractivas e incluso que consiguieran que se cuestionaran sus sentimientos. No querían que eso eclipsara ninguno de sus recuerdos.

La última noche, Blaine tuvo permiso para ir a casa de los Evans y quedarse hasta tarde. Cuando el moreno llegó, Stacey se abrazó a él con fuerza y no lo dejó en varias horas porque ella entendía que era la última vez que lo iba a ver pero no era capaz de darse cuenta de que su hermano Sam necesitaba más esa despedida porque sus sentimientos no eran de amistad. A pesar de todo, el ojimiel no protestó y estuvo con ella hasta que se durmió en sus brazos, totalmente agotada.

Mary y Dwight se despidieron del joven antes de llevar a los mellizos a la cama. En esos momentos no les importaba nada más que darles unos momentos a solas antes de que tuvieran que separarse, tal vez para siempre. Con el permiso de los adultos, fueron a las escaleras del motel para tener algo de privacidad.

Blaine y Sam comenzaron a besarse apasionadamente en el momento en el que estuvieron seguros de que estaban solos. Sin querer, las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Sabían que había llegado el momento que tanto temían.

– Quiero darte algo. – El rubio confesó y sacó de su bolsillo una púa con la que tocaba la guitarra. – No es mucho, me habría gustado poder hacerte un regalo mejor pero... Ya sabes...

– Gracias.

Los dos se abrazaron y siguieron llorando, se sentían tan mal en ese momento que dudaban que fueran a volver a sonreír en algún momento.

– Tengo que irme... – Blaine susurró sin ganas. No quería volver a su casa, no quería separarse de su amado.

– No, por favor... – Sam suplicó cerrando los ojos mientras rodeaba al otro con sus brazos para no dejarlo ir.

– En algún momento tendremos que decirnos adiós, no puedo quedarme aquí eternamente... Y no sé si seré capaz de aguantar mucho más... – El moreno acarició la mejilla del otro con suavidad, sintiendo la humedad de las lágrimas que habían estado derramando.

– Tienes razón...

El rubio agarró con suavidad la mano del otro y caminó con él hasta el coche. Parecía que recorrían el corredor de la muerte porque era como si caminaran hacia la más dolorosa de las torturas.

– Te amo. – El ojiverde susurró.

– Te amo.

Un par de besos más, con un gran esfuerzo para no llorar, y Anderson entró en el coche. Arrancó el coche y miró a su amado una última vez antes de alejarse.

Pam y James estaban en el salón de su casa, esperando a que su hijo volviera a casa. Como faltaban apenas 10 minutos para la hora de llegada del menor, el marido decidió levantarse del sofá.

– ¿Dónde vas? – La mujer preguntó preocupada.

– Blaine vendrá en cualquier momento y estará destrozado por la marcha de Sam. Él y yo no tenemos una buena relación desde hace unos meses y ahora no necesita presión. Necesita a su madre para que lo sostenga y le diga que todo saldrá bien. – El hombre respondió algo triste.

– No me gusta veros tan distanciados. – Ella protestó dejando escapar un suspiro de frustración.

– Tenemos un hijo adolescente, gay y cantante... Por supuesto que va a estar distanciado de su anticuado padre. Sólo puedo confiar en que sólo sea una fase y cuando crezca un poco retomemos la relación. Al menos me queda el consuelo de que te adora. – Él intentó sonreír pero se notó que era algo forzado.

– Tal vez tengas razón... La adolescencia no es fácil... – Su esposa deseó y se despidió con un beso.

Poco después, Blaine entró en la casa llorando. Pam se levantó para que no subiera las escaleras sin hablar con ella y lo llevó al sofá. Lo abrazó con fuerza, dejando que el adolescente se hiciera un ovillo entre sus brazos, sintiendo como si el tiempo retrocediera porque sentía a su hijo más pequeño que nunca. Deseaba poder alejar todo el dolor del chico, pero sabía que era imposible.

Sam salió de la habitación del motel cargado con varias bolsas. Era el último viaje que debía hacer para meter todas las cosas de la familia Evans en el coche. El adolescente sintió que el nudo de su estómago se estrechaba aun más ante la perspectiva de ver todo listo para su partida.

Mary acarició su mejilla, había visto preocupada como el chico no había desayunado nada y eso no era normal en él. Entendía que estaba dolido y que necesitaba a Blaine a su lado, pero poner en riesgo su salud no iba a solucionar el problema.

– Volverás a verlo. – Ella comentó con dulzura.

– ¿Cómo puedes estar tan segura? – Sam la miró algo perdido y ella pasó su brazo por su espalda para sostenerlo.

– No lo sé, pero algo en mi corazón me dice que será así...

Al final, todos se montaron en el coche para emprender el camino. Sam suspiró porque no podía creer que dejaría Ohio para siempre. No era que le tuviera demasiado cariño al lugar, había pasado buenos y malos momentos ahí, pero sí extrañaría unos ojos color avellana, una sonrisa encantadora, unos fuertes brazos y un corazón generoso que habían conseguido volver su mundo al revés cuando lo había conocido, hacía ya casi dos años... Los mismos que, previsiblemente, pasarían hasta que volviera a presentarse la oportunidad para que se pudieran reencontrar.

Amor Adolescente (Blam boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora