Diez.

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La diviso en una esquina peleando con la fotocopiadora, y arreglo mi camisa y mi saco antes de acercarme con una pequeña sonrisa.

—¿Necesitas ayuda?—le pregunto con voz suave.

—¿Te pegaste en la cabeza?—cuestiona, mirándome con el ceño fruncido.

—No me conoces, azul—mi mirada baja a su escote que, gracias a un botón suelto, me permite tener una bonita vista.

«¡Concéntrate, Derek!»

—Tampoco quiero hacerlo—dice antes de respirar hondo y volver su atención a la máquina.

—Ven, déjame ayudarte—me acerco a la fotocopiadora y ella se mantiene a mi lado con una mirada acusadora.

Tengo que esforzarme para no reír y, luego de tocar uno que otro botón, la máquina vuelve a funcionar—. Ya está.

Ella empieza a imprimir los papeles y, al terminar, se gira.

—Gracias—dice secamente, y comienza a caminar.

Sigo sus pasos y me coloco a su lado. Escucho un pequeño bufido salir de sus labios al verme.

—¿Necesitas algo?—pregunta.

—No... Bueno, sí—me detengo, y ella por igual.

Suelto un falso suspiro y la miro a los ojos tratando de transmitir sinceridad desde mi mirada.

—Hemos empezado con el pie izquierdo y sé que me he pasado varias veces de la línea pero, esta vez quisiera hacerlo correctamente—le digo.

—¿De qué trata todo esto, Derek?—cruza sus brazos, y en su rostro se puede ver cierto fastidio.

—Solo quiero conocerte, Alee.

—¿Ahora quieres que seamos amigos?—vuelve a bufar y alza una ceja en mi dirección.

—Me gustaría—le contesto.

Se mantiene en silencio por unos segundos, tratando de descifrar qué es lo que hay en mi mente, y le sonrío levemente al ver cómo frunce el ceño.

—Está bien.

Abro mis ojos con sorpresa al escuchar su respuesta. No pensaba que iba a ser tan fácil. Ahora puedo deducir que esa faceta de chica ruda es totalmente falsa.

—Entonces, ¿quieres ir por un café?—le pregunto cuando empezamos a caminar nuevamente y, por primera vez, creo ver una verdadera sonrisa en su rostro.

«Pobrecita»

N/A:

Hola, hola.

Te quiero.

Bai, bai.

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