Veintidós.

1.1K 139 18
                                    

«Debo aprender a no dar por sentado las cosas antes de que ocurran»

—Quiero que el buffet esté allí—dice mi madre, señalando hacia una de las esquinas—. Tal vez podríamos poner a los músicos aquí...—sus manos se mueven tratando de plasmar lo que tiene en mente.

—¿Te das cuenta de que es un restaurante y no un salón para eventos?—las palabras salen de mi boca antes de que puedas retenerlas, y la veo girarse hacia mí. 

—Disculpa pero, por lo que puedo ver, hay bastante espacio como para llevar a cabo mi evento y poner todas las cosas que deseo en éste—el desagrado en su voz es más que notable, y alza una ceja a la vez que se cruza de brazos—. Así que si no tienes nada qué decir de provecho, te agradecería el silencio. 

Se aleja dando pasos firmes y suelto un suspiro. Paso mis manos por mi rostro con cierta frustración y decido subir hacia mi oficina.

Al entrar, no puedo evitar dar un portazo aunque no siento ningún alivio después de hacerlo. Segundos después tocan la puerta y me pongo de pie sin deseos de hacerlo. 

—¿Sigues de buen humor?—pregunta Alee recostándose sobre el portal. 

—Mi madre me saca de casillas—me limito a decir. 

La veo soltar un suspiro y su mano llega hasta mi pecho para empujarme hacia dentro antes de cerrar la puerta detrás de ella. Sin verlo venir, siento sus pequeños brazos a mi alrededor. Me tenso por unos segundos pero me calmo al oler su aroma. La rodeo devolviéndole el abrazo, y agradeciéndoselo sin palabra alguna. 

No sé cuánto tardo en alejarme, pero ella no se queja. Su respiración me transmite cierta tranquilidad que, en realidad, no sabía que podía sentir. 

Ni siquiera recuerdo la última vez que alguien me dio un verdadero abrazo. 

—Así que sí tienes un lado tierno—susurro sonriendo. 

Rueda los ojos y suelta un bufido.

—Solo pensé que lo necesitabas—contesta dando dos pasos hacia atrás. 

Niego con la cabeza sin poder evitar soltar una pequeña sonrisa. 

Es tan bipolar... Me encanta. 

Extiendo mi brazo hacia ella y ésta toma mi mano extrañada. La atraigo hacia mí y rodeo su cintura con mi otro brazo a la vez que acaricio sus nudillos con la mano que sostiene la suya. 

Acerco mi rostro hasta estar a centímetros del suyo, siento su respiración levemente alterada y, sin más, junto nuestros labios en un cálido beso. Siento su mano subir a mi cuello y deslizarse suavemente hacia mi pecho, donde la mantiene quieta. 

—Solo te necesito a ti—digo al separarnos, aunque la mantengo en mis brazos. 

—Eres tan cursi...—susurra antes de reír. 

***

El resto del día pasa rápido. Me he quedado dentro de la oficina todo el tiempo, solo para no toparme más con Victoria Maxwell. 

Cierro la puerta después de ponerle el seguro y respiro hondo antes de empezar a caminar. La tranquilidad en mi cuerpo no dura mucho más ya que la veo acercarse a mí con decisión. Mi mente me grita que baje las escaleras pero mi cuerpo no responde y no me queda de otra que escucharla una vez más. 

—¿Ya te vas?—pregunta, mirándome de arriba a abajo. 

—Sí, así es. ¿Necesitas algo?

—Esa chica... la de cabello azul, ¿es tu competencia?—ignora mi pregunta y va directo al grano, como siempre, sin importarle nada—. Porque si es así no sé cómo puedes permitir que se te adelante con tu trabajo. Digo, nada más debes mirarla...

—Mucho cuidado con lo que dices, madre—le advierto.

—Derek Maxwell, ¿desde cuándo le contestas a tu madre?—alza sus cejas y vuelve a mirarme con desaprobación—. Ella no es competencia para ti, se nota que no tiene la preparación para el puesto, mucho menos la ética—continúa, alzando su voz y varias personas giran su rostro hacia ella—. Estuve menos de 5 minutos con ella y me di cuenta que no está a nivel. He notado que pasas tiempo con ella y no quiero que vayas a cambiar por su culpa; por eso he llamado a Miriam y a Paul. Tal vez ellos te recuerden lo que es tener clase y lo que significa ser un Maxwell.

—Lástima que pienses así, madre—contesto con amargura—. Qué ironía...—suelto una carcajada sarcástica—. Nuevamente interfieres en lo que quiero y haces lo que deseas. Pero ésta vez te equivocas, bastante. 

—Solo quiero lo mejor para ti—coloca una mano sobre su pecho, dándose en ofendida pero no le creo ni un poco.

—No, solo quieres hacer lo que te interesa. Como siempre. Pero ésta vez no te lo permitiré, ¿entiendes?—me acerco más a ella, y por primera vez no me intimido ante su mirada—. La próxima vez que hables sobre Alee, te pido que lo hagas con respeto. Utiliza eso que llamas educación y clase de forma correcta por primera vez—doy dos pasos hacia atrás y la miro a los ojos antes de empezar a bajar las escaleras, pero me detengo cuando bajo dos escalones y vuelvo a mirarla—. Y, permíteme decirte que tú no estás a su nivel—termino diciendo y me giro para seguir bajando. 

Cuando llego a mi auto, respiro hondo varias veces y pongo ambas manos sobre la capota de éste. Escucho unos pasos y pienso que es mi madre, subo mi cabeza para decirle que no tengo ánimos de discutir, pero me encuentro con la mirada preocupada de unos ojos verdes.

N/A:

Después de 500 años he vuelto a escribir, pues es que... ¡casi me gradúo y estoy super emocionada! 

Ahora bien... Victoria Maxwell sacó las garras de una vez. ¿Alguien más siente odio hacia ella? Yo sí. Recuerda dejar tu opinión ahí abajo, en la sección de comentarios. 

Maratón: 2/3. 

Los quiere, Endless.

BluieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora