Diecinueve.

843 143 0
                                    

Después de dejarle el almuerzo sobre el escritorio, decido marcharme rápidamente. Paso las siguientes horas arreglando unos presupuestos que se nos habían salido de las manos y suelto aire cuando me recuesto sobre el espaldar de mi silla.

Subo mis manos hacia mi rostro con cierta frustración al darme cuenta de que son las 8pm y aún no he terminado con el papeleo. Debí haberme ido hace dos horas. 

Muevo mi mano hacia la taza que se encuentra en una esquina de mi escritorio y bufo cuando noto que se ha acabado mi café.

Me pongo de pie y recojo mi chaqueta. Lo terminaré mañana. Al salir de la oficina, son pocas las luces que quedan encendidas en la tercera planta. Giro mi cabeza hacia la oficina de azul y ésta también se encuentra apagada.

El restaurante está lleno de personas que disfrutan de su cena al compás del pianista. Trato de no chocar con nadie hasta llegar a mi auto, porque la verdad solo quiero llegar a casa y descansar.

Me siento física y emocionalmente exhausto.

Ya en el elevador del edificio, me recuesto contra el cristal y respiro hondo mientras muevo la cabeza de lado a lado y siento mi cuello tronar. Cierro los ojos por unos segundos y los abro al escuchar que las puertas se abren.

De lejos diviso un cuerpo con los brazos cruzados al lado de mi puerta. Tiene un abrigo y la capucha le cubre la cabeza, por lo que no puedo descifrar quién es. Desecho la idea de que sea un criminal, ya que en el edificio hay varios guardias de seguridad.

—¿Puedo ayudarte?—pregunto con voz neutra al llegar a su lado.

Su cabeza se gira, dejándome ver los ojos verdes más penetrantes que he visto en mi vida.

—¿Podemos hablar?—su tono de voz es tan bajo que parece un susurro, y asiento antes de buscar mis llaves.

Dejo que pase primero y cierro la puerta detrás de mí. Suelto mi chaqueta en el espaldar de una de las sillas. Alee se limita a pasar su mirada por todo mi apartamento sin soltar sus brazos, hasta que sus ojos caen en mí.

—Esto sonará extraño—empieza a decir y sus manos comienzan a hacer gestos rápidamente—. Y tal vez confuso pero... solo lo diré, ¿sí?—frunzo mi ceño y abro la boca para contestar pero ella alza su mano haciéndome callar antes de que salga mi voz—. Estos meses han sido... difíciles y contradictorios. Desde el primer día que te vi no me caíste bien—empieza a moverse de un lado a otro sin dejar de hablar y cruzo mis brazos sin tener la menor idea de qué trata todo esto—. Eres un niño engreído y muchas veces egoísta. Eres el típico malo de todas las historias que cree que todas estamos babeando por él—alzo la cejas e intento no reír por su acosación, aunque ya he dejado eso atrás—. Tú me irritas, y es obvio que yo hago lo mismo solo para devolverte el golpe. No te conozco en lo absoluto, ni tu a mi tampoco. Pero por alguna razón, que no entiendo ni comprendo, me atraes, y yo a ti.

—Yo tampoco lo entiendo, Alee—la interrumpo y bajo los brazos—. Estos meses han sido diferentes a los que estoy acostumbrado. Ni siquiera sabía que me podía gustar el trabajo que tengo, ni que sería bueno en ello. Tú hiciste que me diera cuenta de ello. Me retas y, aunque me saques de mis casillas la mayor parte del tiempo, eso me gusta y me hace superarme a mí mismo—hablo rápidamente y me acerco a ella—. Aunque al principio no lo noté, tú me hiciste querer cambiar, sin darte cuenta—miro fijamente una esquina de la sala mientras intento encontrar las palabras correctas—. Fingí estar cambiando por un especie de plan que al final no tuvo lógica, pero terminé haciéndolo sin saber y, sinceramente, me empieza a gustar en lo que me he convertido—poso mi mirada sobre ella y la miro fijamente a los ojos—. Gracias a ti.

«Que las cosas sean como deban ser».

N/A:

Estoy planeando que la historia tenga unos 25 capítulos, solamente. Pero ya veremos si más...

Maratón: 2/3.

No olvides comentar y votar si te gustó.

Los quiere, Endless.

BluieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora