Una semana después Nathaniel llegó temprano al colegio, como acostumbraba. Pero se extrañó al encontrarse con que Alya ya estaba sentada en el lugar vacío de al lado de él. Alya era de las chicas que no llegaban temprano, pero tampoco tan tarde. Sino que acostumbraba a llegar en el momento justo para tener algo de tiempo que perder pero no demasiado.
—Hola, Nath. ¿Cómo estás? —saludó tranquila, levantando su vista del celular que traía entre sus manos.
—Ah. Ho-hola, Alya —Apenas pudo contestar por la sorpresa que se cargaba.
Era normal para Nathaniel encontrarse solo por las mañanas en el salón de clase. Es más, esos momentos de quietud los anhelaba, era cuando podía dibujar sin preocuparse o pensar siquiera en que le llamaran la atención o que viniese Chloé a molestar.
Alya esperó a que Nathaniel se sentase a su lado. Pero al notar que el chico pelirrojo no se aproximaba a ella, entonces ella misma se levantó y bajó unos dos niveles (ya saben, como están por niveles los pasillos de las bancas), quedando así a un lado de su propia banca.
— ¿No te sentarás? —preguntó la chica al estar frente al pelirrojo.
El chico de soslayo vio la banca vacía y luego a la chica para negar con la cabeza.
—Pues ya has bajado tú así que...
— ¡Bien, entonces!
Alya sonrió y se guardó el celular en el bolsillo trasero del pantalón. Así pudiendo tener las manos libres preguntó:
— ¿Y cómo van esos dibujos?
Nathaniel hizo una mueca, el mensaje de Alya, una semana atrás, le había llegado muy tarde, alrededor de las diez de la noche. Y las especificaciones que ponía eran algo confusas. Tuvo que repasar las instrucciones varias veces para lograr dar con la lógica de la chica. Entonces no logró terminar el dibujo. No esa tarde o las siguientes. Y los demás estaban en cola esperando.
—Van... bien —respondió un tanto dudoso.
Alya no quitó su sonrisa. Más bien, hasta la amplió un poco. Alzó una ceja y se apoyó en uno de los escritorios. Dándose a sí misma un aire despreocupado.
— ¿Ah, sí? ¿Me dejarías ver alguno? —pidió.
Nathaniel algo extrañado por la respuesta de la chica aceptó sin réplica. Rebuscó entre algunos papeles que tenía en la mochila, hasta encontrarlo y se lo entregó a Alya. La chica algo impaciente se lo, prácticamente, arrebató de las manos, emocionada. Y eso se expresó por el grito que dio.
Nathaniel algo asustado retrocedió y abrió los ojos grandemente (así tipo anime). Según él aún no estaba acabado, no tenía todas las especificaciones que estaban en el mensaje enviado por la morocha unos días atrás.
—No va bien, sino que va excelente. ¿Cuándo lo empezaste? Seguro y fue hace dos días. No, no, hace unas horas, ¿ayer por la noche? No te creo que te hayas tardado tanto en hacerlo. ¿Una semana en esto? De verdad, ¿cómo has podido dibujarlo tan bien?
Todo lo dijo con un entusiasmo imparable que hasta las palabras se le confundieron al pobre pelirrojo. <<¿Qué, qué?>>
—Disculpa, ¿qué?
Alya le extendió el dibujo.
Era el carrusel del parque, como el que había dibujado el mismo lunes, cuando le pidió el favor. No obstante había de fondo algo así como una feria, hasta se veía algunas palomitas tiradas por el suelo. Y la torre Eiffel muy al fondo como una sombra. Hasta había siluetas de personas, y demás puestos por atrás. Solo faltaban algunos retoques en lo que corresponde a la luz y por supuesto algo de color (no estoy muy segura de lo que a técnicas de dibujo corresponde, perdónenme si estoy mal).
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Todo gracias a Alya.
FanfictionAlya le pide un favor a Nathaniel, hacerle unos dibujos de cosas varias para un regalo. No obstante, lo último que le pide que dibuje es nada más y nada menos que a uno de sus compañeros de clase, Adrien Agreste, el súper modelo. Nathaniel se niega...