Esto... no

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— ¡Ey! —el nerviosismo en su voz no podía notarse más—. ¿Qu-qué hacen aquí?

Nathaniel no quería siquiera moverse. Se supone que se quedarían solos, Adrien y él, no que su padre y la señora Tournon fuesen a recibirlos. <<Y yo que pensaba que estaba pasando algo extraño.>>

— ¡Nath! —exclamó aquel hombre levantándose del sofá y yendo de inmediato hacia el pelirrojo chico con una cariñosa sonrisa—. Te extrañé mucho. ¿Por qué no contestas mis mensajes? ¡Estuve muy preocupado por ti! —le reprochó el adulto. Pero no llegó a más.

Jaques no era un hombre con mano dura al respecto con su hijo. Por él podía hacer lo que sea... y que respetará la ley, los derechos humanos, y principios morales que le había enseñado, si no infringía nada de eso, estaba perfecto. Pero el que no le contestara, ni una sola vez, un 'hola, como te fue en la escuela?' que alguien le dijera por favor qué le estaba sucediendo a su hijo.

El adulto vio la vergüenza reflejada en el rostro del menor. No entendió el porque. No le había visto desde hacía semanas, ¿y así lo saludaba? Uy.

— ¿Pasa algo?

Nathaniel, cual niño pequeño, acabó por cubrirse la cara. ¿Niño pequeño? Sí, sí que parecía eso. <<Momento familiar, ¡fantástico!>> pensó con el peor sarcasmo.

La suave risa de la anciana que les veía aún desde su lugar y con la copa de vino en las manos, hizo que voltearan.

—Déjale Jaques, ¿qué no ves que hay visitas? —comentó con una sonrisa al levantarse y hacer notar, por fin, al chico rubio esperando en el umbral—. Ven, chico. No tengas miedo de pasar.

Una sonrisa, y un asentimiento fueron suficientes para que Adrien se sintiera completamente bienvenido. Dio unos pasos adentro, aunque por descuido dejó la puerta abierta.

— ¿Nathaniel? ¿Quién es tu amigo? —preguntó el adulto al notar al chico.

Nathaniel no podía morirse aún más de vergüenza por eso. ¡¿Por qué tenían que estar ellos dos en la casa?! Eso no sería para nada bueno... oh, no bueno para él.

—Amm... él,eh, él-él es... —¿Un amigo? ¿Un rival? ¿Un compañero? ¿Una persona? En tan solo unas horas y la respuesta se había desvanecido de su mente. ¿Quién era Adrien?

—Soy un amigo de la escuela de Nathaniel. Me llamo Adrien, Adrien Agreste —respondió el rubio al ver cómo el pelirrojo no lo lograba hacer. Mientras que Nathaniel pensaba espantado, <<¡¿AMIGO?!>>

El chico extendió la mano, intentando ser bastante cortés. Jamás había estado en alguna casa ajena y visto a otros adultos de manera informal... Oh, bueno, estaba esa vez en que había ido a la casa de Marinette, pero la misma chica no había permitido que él se presentara adecuadamente. El rubio recibió una sonrisa por parte del pelirrojo adulto y un fuerte apretón de manos.

—Un gusto, muchacho. Me alegra conocer, por fin, a un amigo de mi hijo. ¿Sabes? Por aquí casi no se ven a chicos...

—Mucho menos tan guapos como tú —interrumpió la anciana haciéndose paso en la conversación y entre los varones.

La señora Tournon acabó el apretón de manos que compartían. Jaques, al conocerla de años, no le prestó mucha importancia y sonrió haciendo espacio y entrando a la sala de nuevo. En cambio, la anciana, con mucha emoción, se acercó al muchacho rubio y lo examinó de arriba abajo.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora