Corriendo por los pasillos del colegio Francoise Dupont se encontraba un pelirrojo. Apurado y llegando tarde a clase. Nathaniel se había olvidado de poner alguna alarma para despertarse temprano, y por la desvelada que se había dado... bueno ya sabrán el resultado.
Por las prisas acabó por, prácticamente, estamparse contra la puerta cerrada del salón. Aunque un momento después comenzó a tocar fuerte y apuradamente, pidiendo permiso para entrar. La maestra Caline Bustier abrió y con una expresión serena salió del salón. Cerrando la puerta enseguida, evitando que Nathaniel se escabullera y entrara a clase sin que ella pudiera hablar con él.
La pelirroja y pecosa mujer bien podría hacerse pasar por la madre de Nathaniel, si es que se daba alguna vez el caso. Por naturaleza era alguien tranquila y alegre. Y, por supuesto, le gustaba su trabajo, se preocupaba por sus estudiantes. Y el asunto que refería a Nathaniel ya la tenía bastante inquieta.
Nathaniel no es como si fuese uno de sus mejores estudiantes. Era callado y cerrado con las personas. Muy rara vez participaba en clase, y comúnmente no le interesaba la literatura francesa (clase que ella impartía). Entonces, ¿por qué esto le causaba un malestar a la señorita Bustier? Porque, comúnmente, ella tenía una buena relación con sus jóvenes estudiantes, y el que uno de ellos se escabullera, evitando hablar, y que llevara muchos retrasos últimamente, le alarmaba. ¿Qué acaso no estaba haciendo bien su trabajo?
— ¿Nathaniel? ¿Estás bien? —le preguntó la pelirroja de manera amable.
No obstante la respiración agitada del chico le respondía más que las palabras que éste pronunció:
—Sí, señorita Bustier.
Nathaniel estaba agitado por la corrida que se había dado, y prefería no meterse en problemas. Una cosa era que la señora Mendeleiev le mandara cada vez que podía fuera de su clase y otra era que la señorita Bustier comenzara a hacerlo. <<Por favor, no lo haga.>> pidió mentalmente el pelirrojo. La maestra de literatura se extrañó por la mirada que le dio el chico. Aunque no le costó trabajo atar los cabos.
—Ay, Nathaniel, no te asustes —La delgada mano de la maestra se posó sobre su hombro—. No pienso mandarte con el director, ni llamar a tus padres. Solo quiero hablar contigo, ¿está bien? —Habló con un tono comprensivo y delicado, con una sonrisa en el rostro para finalizar lo dicho.
<<No, ¿usted está segura de lo que me está diciendo?>> pasó por su mente el decir aquello, no obstante se mordió la lengua.
—Está bien, ¿qué sucede?
Nathaniel intentó sonar lo menos quejumbroso posible. Pero, algo, solo un poquito, de su queja se dio a conocer por medio de su incomodidad. Con las manos detrás de la espalda, fuertemente sujetadas a sus muñecas, y una mueca asomándose por sus labios. La señorita Bustier, sin embargo, no fue capaz de percibir aquello.
—He notado que ha llegado tarde más veces de lo "admitido" —agregó las comillas recalcando su punto—. En todo caso no pienso hacer mención de este detalle, para evitarle problemas que creo yo son completamente innecesarios. No obstante espero un poco más de su cooperación en llegar puntualmente de mañana en adelante, por lo menos a mi clase. ¿Queda claro Nathaniel?
El pelirrojo, habiéndose perdido a la mitad de las palabras dichas por la señorita Bustier, simplemente se dignó a asentir rápidamente. <<Así ya me dejará entrar.>> La señorita Bustier, alegre por la respuesta bien dispuesta del joven, le dejó pasar.
ESTÁS LEYENDO
Todo gracias a Alya.
FanfictionAlya le pide un favor a Nathaniel, hacerle unos dibujos de cosas varias para un regalo. No obstante, lo último que le pide que dibuje es nada más y nada menos que a uno de sus compañeros de clase, Adrien Agreste, el súper modelo. Nathaniel se niega...