Algo tonto

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Cuando Alya vio a sus compañeros entrar de nuevo al salón se sintió aliviada. No parecían tensos. Mucho menos enojados. Eso confirmaba que habían hablado y estaba todo en paz. O eso creyó hasta que sin darse una mirada se dirigieron a sus asientos. La maestra ya se había colocado en su escritorio, y apenas pasaron Nathaniel y Adrien por el umbral de la puerta, ella la cerró. Alya intentó detener a Nathaniel mientras subía a su lugar, sin embargo el chico logró evadirla a tiempo. Sinceramente no era el momento. Alya lo aceptó, y se sentó en su lugar de nuevo.  Así, la clase comenzó.

Sin embargo Alya tenía otros planes. Y, para desgracia de la chica, los chicos se siguieron ignorando el resto del tiempo y las clases. Aunque Nathaniel era el más renuente de los dos, estaba dejando que se fuera todo de sus manos.

La chica esperaría paciente a cualquier oportunidad. En serio que lo haría y es que el día apenas estaba empezando.

<*<*<*

A la hora del receso no se esperó que Alya lo abordara de nuevo. Y se quedase con él todo el tiempo. Mientras los días habían pasado, se fue definiendo el espacio y tiempo con el que se hablaban. Alya no tendía a abordar a Nathaniel sin un objetivo y ahora, éste no lo podía entender el pelirrojo. Constantemente era lo de los dibujos, presionándolo, aunque igual así no los pudo terminar tan rápido. Estaba distraído, ¡no podía hacerlo tan simple!

Sin embargo eso no fue lo único. En algunas clases les pudieron formar equipos o parejas para alguna actividad sencilla, Alya no perdió la oportunidad de irse con Nathaniel, o de plano empezar a empujar a Adrien con ellos. Y cuando la campana sonó, permitiendo, como garantía, la salida de los jóvenes, el fin de la jornada.

La chica había visto más de cerca la interacción de ambos chicos. El ambiente se hacía extraño, como si algo faltara. Y, con la información obtenida gracias a sus observaciones comenzó a formar algunos escenarios hupitéticod en su cabeza, sólo por sí acaso no podían resolver sus sentimientos por el otro, por sí mismos. Aún así, había sido un buen día para Alya.

Además, algo que no le gustó mucho fue que, Nathaniel solo huía. Parecía querer esconderse ahora cada vez que veía a Adrien acercarse. Ni que fuera a hacer algo... malo y que no le acabase gustando, ¿verdad?

Y por supuesto que Alya no se detuvo ahí. Los días siguientes fueron similares. Hasta que, harta de ver que ninguno parecía querer hacer algo decidió hablarles de frente. Esperó a que sus compañeros se fueran al receso, antes de cerrar la puerta del salón y encerrarse con ambos chicos. Tuvo que detener a Adrien de que se fuese con Chloé, y ésta le miró muy feo, hasta se quedó ahí fuera un rato.

— ¿Qué quieres Alya? —preguntó Adrien. Sabía que aún no estaba con los mejores términos con la chica, sin embargo siempre intentaba ser amable con ella.

—Necesito hablar con ustedes dos, urgentemente.

Adrien puso cara de tonto, aparentando no entender. Sí sabía que Nathaniel también estaba ahí, pero, ¿qué tendría Alya que decirles a ambos al mismo tiempo? La chica miró con algo de fastidio a Adrien, lo tomó de la muñeca para que no se escapase y subió los escalones del,salón para llegar a la banca de Nathaniel.

—Siéntate —le indicó la chica, señaló la silla vacía, casi siempre disponible, a un lado de Nathaniel. El chico pelirrojo miró mal a Alya, pero a ella no le importó, y con la mirada le suplicó que no se levantara. Adrien, con algo de duda le hizo caso a la chica. Bien podría irse y mandar muy lejos a Alya, pero, aún así, no quería hacerlo. La chica era inteligente y si no le hacía caso en ese momento se acabaría enterando seguramente de una mala manera.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora