Aquel enmascarado

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Nathaniel, tembloroso como estaba, se le fue el estómago a la garganta al sentir que iba hacia el suelo. El chico, con un miedo atroz a lo que podría pasar a continuación se aferró con fuerza al héroe que había aparecido repentinamente en su salva. Y como si intentase detener con su propio cuerpo la caída, por supuesto lo cual no pasó, el el rubio enmascarado rodeó la cintura del chico acercándolo a él.

—No quiero morir —le dijo el pelirrojo tembloroso y apenas haciéndose oír contra el viento.

—No lo harás —le respondió el rubio héroe, como un murmullo en la oreja del contrario, en un intento de tranquilizarlo.

Nathaniel no podía decir más, su garganta se había cerrado. Él se encontraba lo más aferrado que podía al cuerpo del contrario. En serio que estaba asustado.

Chat sabía que tenía que dejar sano y salvo a Nathaniel en el suelo. Pero, con la aceleración que tenían en la caída, la cosa se le podía dificultar si no pensaba en algo y rápido. Pero la respuesta no se vio más clara cuando vio que caerían en un callejón, y los edificios no estaban muy separados. <<¡Bingo!>> se dijo con alegría. Ágilmente y sin soltar al chico pelirrojo, su mano izquierda fue hacia su cinturón de donde sacó aquel bastón, arma tan típica suya, que en todo el día no había usado. Y ahora solo tenía que esperar unos segundos precisos.

Al ver la oportunidad que buscaba, al casi llegar a los tejados de los edificios, el bastón se extendió más que suficiente para que detuviera la caída. Aunque igual ambos chicos acabaron colgando a una altura de, aproximadamente, 6 metros. Chat Noir suspiró con alivio.

—Agárrate bien —le indicó al chico pelirrojo, quien asintió haciendo lo que le pedía, subiendo sus manos al cuello del chico rubio y con sus piernas rodeando su cintura, (no obstante ya estaba más que suficientemente aferrado a él), antes de que el rubio lo soltara para así poder columpiarse con ambos brazos (que si lo hacía solo con uno se lastimaría).

Como un gimnasta profesional se balanceó y luego, al momento indicando, se soltó, para caer al suelo ágilmente. En aquellos simples segundos de la última caída, Adrien acabó por mover a Nathaniel para que así acabará él por cargar al pelirrojo en forma nupcial.

—Ah~. ¡Ya está! —dijo el chico rubio con un alegre tono. Había salvado a Nathaniel de una horrible caída, él solo y su fuerza, agilidad e ingenio.

Pero cuando vio al chico en sus brazos se sintió avergonzado. El chico estaba más que espantado. Con el rostro blanquísimo y el cuerpo tembloroso. Para Adrien había sido sencillo deshacerse del agarre del chico, porque éste en realidad no era muy fuerte (por eso mismo lo tuvo casi toda la caída apegado a él). No obstante en aquel momento le pareció el ser más vulnerable que hubiera visto nunca.

— ¿Estás bien? —le preguntó intentando sonar lo más amable que pudo.

El rubio dejó al otro chico en el suelo, cerca de la pared para que tuviera en qué recargarse. Nathaniel, al sentir de nuevo el suelo junto a él, se hizo bolita. Adrien se sentó a su lado. Porque, ¡no podía dejarlo así!

—¡Eh! —le llamó de nuevo unos minutos después—. ¿Estás bien?

Su pregunta volvió a quedarse en el aire por unos minutos, que le parecieron eternos a nuestro héroe. Pero ese tiempo le dio por observar bien al chico que había salvado. Sus ropas, que en un inicio le parecieron extrañas de ver en Nathaniel, estaban completamente empolvadas; las manos del chico, que estaban rodeando sus propias rodillas, tenían algo más de suciedad junto con las mencionadas rodillas. <<Al parecer sí pudo salir él solo, y no se ve tan mal... bueno>> comenzó a decirse. Pero su hilo de pensamientos se vio interrumpido por un quejido.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora