La noche es joven

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Después de la huida de Nathaniel, éste acabó por llegar con su padre y algunos materiales más que necesitaron. Juntos, y con momentos de un extendido e incómodo silencio, los chicos acabaron de hacer la presentación... O bueno, lo que era como la parte expositiva. Inmediatamente después Nathaniel acabó por despedirlo a él, al igual que la anciana. El padre de Nathaniel, en cambio, le acompañó a casa... más o menos. Le dejó unas cuadras más allá, porque Adrien mintió. El rubio no quería, no después de haber visto un poco de la vida de los pelirrojos, que el padre de Nathaniel viera donde él vivía. El simple pensamiento le hacía sentir avergonzado, porque él no tenía nada a comparación de ellos tres.

Adrien se despidió y Jaques le dijo que esperaba verlo algún otro día. '—Eres un buen chico —sonrió el adulto. Adrien podía casi jurar que había algo de alivio en su expresión—. Me alegra que Nath te haya encontrado.' Le dijo bastante contento. Luego el rubio se bajó y cerró la puerta del coche. Éste, inmediatamente después, avanzó sin problemas, dejándolo a él atrás.

El resto del camino lo hizo caminando. Aunque acabó por espantar a la secretaria de su padre, Nathalie Sancœur, aquella adulta malhumorada que lo intentaba todo para destacar a los ojos de su padre. Solo pierde el tiempo. Al rubio no le importó el susto de la señora aquella. Ni tampoco que su padre pudiera saber que no llegó a sus clases extra de aquella tarde, o que igual no había asistido a sus sesiones de fotos los últimos días, o tan siquiera que se había escapado de la escuela aquel mismo. Adrien quería tener aventuras y momentos de rebeldía... porque era un adolescente. No era hora que se preocupara por su padre.

El adolescente subió las escaleras con rapidez, ignorando los comentarios (más que nada, palabras con reproches que a él no le interesaban en lo absoluto) de la señora de cabello azulado y mirada seria. Fue corto su recorrido hasta llegar a su habitación, así encerrándose para acabar el día. Ya estaba anocheciendo. ¿Cuántas horas había estado en la casa de Nathaniel? Muchas... esa era la respuesta más lógica.

Como siempre lo hacía. Sus cosa las dejó encima del sofá blanco de cinco piezas que había dando cara a las grandes ventanas, desde las cuales se podía ver cómo a cada minuto el sol se iba ocultando y la noche comenzaba a llegar. Su camisa blanca de la quitó mientras se dirigía al baño. En realidad estaba bastante activo, a pesar de sentirse cansado físicamente. Pero era algo menor, él era alguien de buena condición física, pero hubo algo en el día en que... no sabía, le había cansado, demasiado.

Se tomó una ducha y acabó por ponerse algún pijama. Unos simples pantalones a cuadros y alguna camisa cualquiera. Era temprano, relativamente, así que el chico fue al ordenador y lo encendió.

La maestra Mendeleiev quería algo asombroso y eso se lo darían, aunque el tiempo ya estaba contado. Y esa noche era la mejor para terminar. El servidor de búsqueda apareció delante suyo. Empezó a hacer alguna presentación en PowerPoint. Con eso, la maqueta y lo que oralmente dirían estaba perfecto.

Las horas pasaron y él trabajó acabó hecho. Si tan solo lo hubiesen hecho hacía días atrás. Hubiesen podido aprovechar el resto del tiempo, en vez de estar (de alguna manera) jugando al Gato y al Ratón, conociéndose el uno al otro. Y eso lo lamentaba el chico. <<Cuanto me hubiera gustado haberlos conocido antes.>> A Jaques y a Bernadette. Ambos eran buenas personas, igual que Nathaniel. <<Por algo son parientes.>> se dijo.

Sus pensamientos comenzaron a volverse divagues mientras que cerraba las pestañas que había utilizado. Unos cuantos clics y ya todo estaría listo; podría irse a dormir con tranquilidad. <<Y si de verdad lo hubieran hecho antes, ¿Nathaniel me hubiese dado una oportunidad desde hacía tiempo?>> se preguntó. El mouse se dirigió al botón para apagar, de una vez, la máquina. Ahora, aquel día. ¿Qué había cambiado? Porque el chico no había parecido tan gustoso hasta aquel día de estar con él... Hasta que pasó aquello.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora