Aceptación

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Si no quisiera habría dicho que no desde un inicio a su cita. Si no quisiera hubiera alejado y gritado a Adrien cuando le robó el segundo beso. Si no quisiera después del proyecto jamás le hubiese vuelto a hablar. Si realmente Nathaniel no quisiera a Adrien hubiese intentado cambiar de compañero. Si en serio no lo quisiese no se esforzaría en que le salieran lo más perfecto posible los dibujos que hacía de él (aunque algunos fuesen para Alya también). Porque de verdad sí Nathaniel no quisiera, nada de eso hubiese pasado. Entonces era todo su culpa, ¿no es así? 'Todos tenemos un poco de culpa en lo que nos ocurre en la vida' escuchó la voz de su padre lo que alguna vez le había dicho.

<<Al diablo con eso.>> El chico pelirrojo le sonrió al rubio, si seguía en silencio tal vez llegase a llorar. La simple pregunta había hecho que todo se congelara, hasta ellos mismos, como si estuviera a punto de decidir uno de los posibles futuros de aquellos videojuegos con opciones. Pero, por supuesto eso no era un videojuego. Ninguno de los dos era un personaje. Estaban ahí, en la vida real, donde sigue pasando el tiempo a pesar de que no lo sientas. Entonces, el chico, con emoción, con toda aquella bola de emociones que sentía en el estómago (porque sería tonto negarlo y querer culpar a la comida), se acercó de nuevo a los labios del contrario.

—Sí, sí quiero estar junto a ti —afirmó, en un susurro contra los labios de contrario, antes de atreverse a unirlos de nuevo.

La aceptación del otro chico hizo estragos en la mente y corazón del rubio. Se sintió tan aliviado y feliz, como si hubiesen cambiado todo en él para tan sólo rellenarlo de helio y que pudiese llegar al cielo.

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Creo que está de más que compartieron más de dos besos en esa cita. Igual, ninguno de los dos podía contener su emoción. Y era extraño, porque estuvieron a punto de llorar de alegría. ¿Que tanto alivio se puede sentir con unas simples palabras que todos los días decimos? Sin embargo no sólo se quedó en la cena, cómo Adrien había prometido. Cuando terminaron, se quedaron viendo el horizonte un buen rato, con la cabeza del pelirrojo en el hombro del otro, y la mano izquierda de Adrien rodeando la cadera del pelirrojo (porque sí, habían movido las sillas para poder estar así).

Chloé sólo volvió cuatro veces más a la terraza. La primera fue para recoger todos los platos que estaban sucios, aunque cuando encontró una de las escenas de besos entre los dos chicos quiso darles privacidad, así que se fue.

Casi media hora después regresó, encontrándolos ensimismados con el otro. Le pareció tierno como se miraban. Sin querer ni poder romper la burbuja en la que los chicos se habían encerrado, con cuidado fue recogiendo los platos y bajándolos a la cocina (porque por imposible que podría parecer ella era fuerte y ágil para hacer ese tipo de malabares con los platos evitando que se cayeran y rompieran).

La tercera vez fue para recoger en sí las velas y la mesa (doblándola, ya que era plegable), junto con el mantel y demases cosas, mientras los chicos ya le daban la espalda para ver el escenario que se desplegaba para ellos. Con una sonrisa cerró la puerta. Aunque nadie se enteró de cómo ella sola se las arregló para bajar tanta cosa.

Y la cuarta vez fue despachar a ambos, aunque no quisiera interrumpirlos realmente. Así que se acercó con cuidado. Tenían suerte ambos que él verano ya se acercara, y que aquella noche hiciera un cálido ambiente.

La joven se acercó a ellos, aunque se detuvo. Sin poder evitarlo y completamente enternecida, sacó su celular de uno de los bolsillos de su chaleco. Les tomó una foto, con aquel hermoso escenario de fondo. Al menos ella tuvo la fortuna de ver algo tan lindo. Adrien jamás se había esforzado así por alguien, y dudaba que lo volviera a hacer por alguien más que no fuese Nathaniel. No por ella, o por su padre, nadie. ¿Cómo había logrado hacer Nathaniel en calar tan dentro de él? No tenía ni idea.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora