Un sueño

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La pequeña criatura flotó en dirección a la conocida y llamativa mansión Agreste. Aunque por un rato estuvo siguiendo, desde una prudente distancia, al hipnotizado del pelirrojo al que cuidaba por la noche.

Desde la mañana de aquel día Plagg había sentido que algo no iba bien. Y tenía razón. Sabía que si algo le pasaba a Nathaniel, Adrien se alteraría, demasiado. Por algo estaba obsesionado con el pelirrojo.

El cuerpo de Nathaniel se había dirigido fuera de la casa y recorrió las calles con lentitud. Casi como si estuviera en un sueño (lo cual la pequeña criatura no dudaba). Plagg estuvo al tanto de que no se hiciera daño, que no se encontrará con nadie o le pasará algún accidente. Quien sabría qué tan consciente estaría. Pero no. No le pasó nada. Nadie estaba en las calles. Él no chocaba con objetos. Realmente no estaba tan zombiesado.

Y aunque le preocupaba que la suerte del chico cambiara de un momento a otro, Plagg se desvió cuando pasaron por un parque algo lejano de la mansión Agreste. Ya había sido suficiente tiempo de seguirlo. Plagg supo que ya no era seguro que le siguiera, y qué Nathaniel estaría bien, a juzgar por toda la vegetación que aumentaba por segundos eso no sería bueno para él. El kwami se quedó entre las sombras mientras que Nathaniel se alejaba cada vez más de ahí, sin notar nada extraño, tal vez hasta sin sentir.

<<Debiese ir con Adrien, tal vez él pueda ayudarlo.>> se dijo, aunque en parte dudando. 'Si algo le pasa a Nathaniel Adrien se alterará, demasiado.' se recordó saliendo volando de ahí, y volviendo a su idea inicial; regresar a la casa del portador del miraculous del gato. Podría ser que a Adrien no le ganase demasiado el instinto protector que tiene. Hay que admitir que aquel le ha llegado a sufrir daños que no debiese.

Plagg no tardó prácticamente nada el atravesar una de las grandes ventanas para adentrarse a la apagada habitación del rubio. Tampoco se detuvo a pensar en el mal humor que podría ocasionarle si le despertaba tan repentinamente. Adrien era un bulto envuelto en sabanas que se movía de arriba abajo con lentitud y suavidad. Demostrando que ya llevaba algo de tiempo dormido y que seguramente la aparición del kwami no le haría tan bien.

El kwami simplemente tomó un pedazo de tela de las matas que cubrían a Adrien y jaló de ella. Para ser tan pequeño, la fuerza que llegaba a tener era bastante. Las sabanas se desemvolvieron del cuerpo del joven rubio, dandole rápidas vueltas hasta tirarlo al suelo, dandole un fuerte golpe y despertándolo abruptamente.

—Adrien, despierta. ¡Rápido! Tenemos problemas —Plagg no espero a que una reacción inmediata se diera de parte del rubio. Pero igual se dio.

En realidad el golpe le había dolido al rubio bastante. Se sintió desorientado por un momento. Pero pudo enfocar, aunque con algo de dificultad, la figura del kwami flotando arriba de su rostro.

—Venga, chico, tenemos que irnos.

— ¿Qué? —preguntó mientras sonaba su cabeza.

Sintió el sueño aún encima de él. ¿Cuánto tiempo había pasado? Parecía que habían pasado horas y a la vez tan solo 5 minutos. Se sentía cansado.

—Adrien, ¡transfórmate! —exclamó el kwami, pero eso no despertó mucho interés del chico. Era extraño que Plagg le pidiera algo a Adrien que no fuese queso, o de vez en cuando algo de acción, así que eso le pareció normal a Adrien. Tal vez algo molesto, pero normal—. Nathaniel necesita ayuda —agregó en un intento para que Adrien le hiciese caso.

El chico se volteó completamente atento. <<Vaya chico estás hecho.>> pensó algo fastidiado la pequeña criatura.

— ¿Qué le pasa a Nath? —preguntó.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora