Capitulo 35

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Marcus

Siguieron pasando los días, cada vez más y más días, pero nada. Alexander no me respondía los mensajes ni tampoco me llamaba.

Desde ese día estaba muy preocupado, pero a la vez, confundido. No sé qué esperar después de lo que paso.

Después de esa noche y la charla del día siguiente con Dylan, no hubo ninguna señal de que quisiera hablar conmigo.

Yo quiero hablar con él, quiero ir y pedirle explicaciones de que le paso, de por qué se comportó así, esa noche.

Estoy seguro que sigue "mal" o confundido o que se yo, después de la otra noche, pero sé que aún me quiere y me respeta como siempre.

De hecho, hace casi una semana, el 8 de febrero, me mandó un mensaje, deseándome feliz cumpleaños. Le agradecí, pero le pedí si podíamos hablar alguno de estos días, pero no me respondió.

Me apeno, porque hace un mes o dos, me hubiera gustado pasar mi cumpleaños con él, mis amigos y varias personas más. Pero bueno, todo se dio así, por su culpa, la mía, ya no sé quién tiene la culpa.

Desde hace unos días, le envió mensajes a Lance y Dylan, como para que me digan cómo está Alexander y que le pidan si podemos hablar. Que necesitamos hablar.

Pero tampoco me responde. Ninguno de los dos, lo cual me parece muy raro, porque hace una semana, ambos me respondían, diciéndome que Alexander estaba aún algo deprimido y no quería hablarme.

Pero ahora nada. Es muy raro y extraño. Aunque sea me hubieran respondido, una vez, tan solo. Me siento con muchísima incertidumbre.

Mierda, no aguanto la ansiedad. Necesito saber de Alexander. Necesito hablar con él. Necesitamos hablar.

Me cambio rápido y me voy a mi auto. Llego a la universidad y noto que el auto de Alexander no está, por lo que decido ir rápido al departamento de Dylan y Tyson.

Llego por fin y toco el timbre. Al buen rato, me abre Dylan y me encuentro con un rostro inesperado.

Su cara, apenas verlo, demuestra tener ojeras en los ojos, además de notar una fuerte tristeza en su rostro y también llevar vestido pijama.

- Oh, eres tú. ¿Paso algo? – me dice y su voz suena triste y apagada.

- Por Dios, Dylan. ¿Qué te paso? Pareces como si te hubieran golpeado el corazón y estarías destrozado. – le digo, sin medir el peso de mis palabras.

- Bueno, supongo que algo así paso. Pero que se le va a ser. – contesta y aun su voz suena dolida.

- Pero dime, Dylan. ¿Qué te paso? – le digo, tratando de ayudarlo. - ¿Le paso algo a Alexander? ¿Qué paso?

- Oh, así que vienes por él, ¿no? Pues tienes suerte, porque aquí no está. Búscalo en otro lado.

- ¿Tú no sabes dónde está? – le pregunto, inquieto.

- Ojalá. Le pediría un poco de apoyo en este momento, pero ya sufrió mucho y sé que sufrirá más. No quiero que se cargue mis problemas. – se abraza a si mismo los brazos y su mirada sigue perdida.

- ¿Sufrió mucho? ¿Sufrirá más? ¿A qué te refieres? – le pregunto, desconcertado.

- No puedo decírtelo, te lo tendrá que decir él, no yo. Pero fíjate en su cuarto, tal vez este ahí. Sea a donde sea que se haya ido, ya debe haber vuelto.

- Bueno, está bien. Perdona si te moleste, Dylan. Pero dime, quiero ayudarte. ¿Qué te paso?

- Solo digamos que el precio del amor fue demasiado alto para nosotros y tuvimos que pagar los errores del pasado y el presente.

Amor A La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora