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Habían pasado toda la tarde jugando en el Xbox360 de Naruto, si bien Kushina la había confiscado por su castigo, cambió de idea en cuanto Sasuke tocó la puerta y le pidió ver a Naruto.

Sasuke chasqueó la lengua molesto al ver la pantalla anunciando al ganador. Observó con recelo el “Has muerto” en la pantalla del televisor. 

—Já, no eres tan bueno como dices ser –una sonrisa se formó en sus labios, mirándolo burlesco. Sasuke dejó de lado el control y miró furioso a Naruto.

—Cállate, dobe.

—¡Oh, vamos! No te enojes –pasó el brazo por sus hombros, Sasuke giró la cabeza ocultando su sonrojo. Mientras que el cerebro de Naruto lo interpretó de otra forma, pensando que el Uchiha aún seguía molesto con él.

Poco a poco fue bajando su brazo derecho hasta la cadera del pelinegro y un dulce puchero se formó en su boca.

—Lo siento, bastardo. No quería hacerte sentir un perdedor.

—Qué clase de ánimos son esos –respondió sin mover su postura, ahora más sonrojado que antes. —. Aleja tu brazo antes de que te lo arranque.

Atemorizado, Naruto alejó rápidamente su brazo. Unos segundos después, ya tenía su típica sonrisa plasmada en la cara.

Después de jugar un par de juegos más, bajaron a la cocina hambrientos. Sasuke recordó que su madre le había dicho que tenía que llegar a casa a tiempo, y sin darle la oportunidad a Naruto de hablar, lo interrumpió.

—Me tengo que ir –miró decepcionado la hora que marcaba el reloj de la cocina. Kushina suspiró desanimada y le sonrió.

—Apenas iba a decirte que te quedaras a cenar 'ttebane.

—Anda Sasuke, quédate a cenar dattebayo.

Una sonrisa se formó al escuchar las raras muletillas de la madre y su hijo. Sacudió la cabeza, negando ambas peticiones. 

—Lo siento, Kushina-san, dobe. Tengo que estar a tiempo en casa.

—Está bien, hasta luego Sasuke-kun. Saludas a Mikoto-chan de mi parte –se despidió la pelirroja, regresando la vista a la cena.

—Nos vemos mañana, teme –habló Naruto, acompañándolo a la puerta para despedirlo correctamente.

—Uhmp, adiós usuratonkachi.



[ 🍥 ]



Abrió los ojos adormilado, se acomodó en la cama quedando con la vista al techo. Era día de academia y el solo pensamiento de alejarse de su cama le daba demasiada pereza, casi podía comprender a Shikamaru en esos momentos. Con mucho cansancio fue al cuarto de baño a asearse. Se colocó el uniforme y bajó las escaleras lentamente, sacudiendo su cabello negro. El desayuno ya estaba servido en la mesa, su padre leía el periódico y al escuchar sus pasos dejó de leer para saludarlo con un asentimiento.

—Te ves muy pálido, ¿te sientes bien, cariño? –Mikoto colocó la palma de su mano en la frente del pequeño azabache. 

—Si. No te preocupes, mamá. 

La fémina torció la boca, claramente no creyendo en las palabras de su hijo. Insistió en saber cuál era el problema y Sasuke no pudo seguir negando el leve mareo que presentaba. 

—Será mejor si no vas a clases…

—¡No! –cubrió su boca asustado, ahora también tenía la atención de su padre puesta en él. —. Quiero decir, no puedo perder clases este día. Iruka-sensei nos advirtió que probablemente habría un examen sorpresa un día de estos. 

Mikoto asintió aún sin estar del todo convencida. No sabía la razón del porque su hijo quería asistir a clase por lo que preocupada le dijo que si en cualquier momento comenzaba a sentirse mal le dijera a algún profesor y enseguida ella iría a por él. 

Agradeció el desayuno y antes de salir se despidió educadamente de sus padres, librándose de la sobreprotección de su madre. Como siempre acostumbraba, esperó a que él rubio pasara de largo de su posición y caminó sigilosamente detrás de él.

Unos chillidos a sus espaldas lo asustaron, más no mostró emoción alguna. Se tensó al sentir unas finas y pequeñas manos aferrarse a su camisa blanca. El aroma a rosas llegó a su nariz, el perfume lo empezaba a incomodar y no había manera de escapar tan fácil de aquellas chicas. 

—Sasuke-kun estás tan guapo como siempre –ronroneo la rubia, aún sin soltar la tela de su camisa. 

—¡Aléjate de Sasuke-kun, Ino cerda!

Naruto detuvo su caminar. Los conocidos gritos de las chicas atrajeron su atención y miró hacia donde se generaba el bullicio, sonriendo enamorado al ver a la pelirosa formar un puchero.

—¡Sakura-chan! –canturreo alegre, acercándose al trío conflictivo.

«Genial, encima viene este dobe» pensó Sasuke, algo cansado de toda esta situación. Las chicas seguían tirando de sus brazos, rogando por su atención. Tras varios intentos logró escapar de las garras de Ino y Sakura, siguió su camino sin darle importancia a las auras depresivas que ahora las rodeaba por el cruel rechazo.

Llegó apresurado a la escuela y, sin esperar a Naruto, entró a clases. Minutos después entró el recién mencionado, caminando cabizbajo detrás de las acosadoras del Uchiha. Su estómago se revolvió cuando Naruto y Sakura juntaron sus manos y rieron cómplices. Una escena diferente a cuando hace pocos días Sakura parecía hacer muecas cuando el rubio se le acercaba. 

«Maldita Haruno» pensó, disgustado con tal escena. Deseando que Iruka-sensei llegara de una vez por todas. Y su deseo se cumplió, Iruka entró al salón regañando a todo niño que estuviera fuera de su lugar.

«Bien, ahora quiero que Naruto se me confiese» aunque fuera absurdo, no perdía nada con intentarlo.

—Pss... Sasuke –susurró Naruto, picándole el costado con su lápiz sin punta.

Los colores se le subieron a la cabeza, no podía ser cierto que esta vez su deseo se haya cumplido. Escondiendo su sonrojo con los mechones de cabello negro, finalmente contestó:

—¿Qué… qué quieres Naruto? –habló tropezando con las palabras. Estaba demasiado sonrojado y nervioso, apenas y podía controlar el temblor de sus manos. 

Naruto se confundió con la actitud del Uchiha, decidió ignorarlo y pedir lo que necesitaba urgentemente.

—¿Me prestas tu sacapuntas?

La mente del azabache estaba en blanco, pronto todo su sonrojo pasó de vergüenza a enojo. ¿Cómo pudo haber pensado que ese idiota le diría algo como eso?. El lápiz que tenía en la mano se partió a la mitad, asustando al inocente rubio, el cual no tenía idea de la situación. Con el pensamiento de haber dicho algo incorrecto, decidió pedirle a alguien más.

—N-no te preocupes, Sasuke... ya se lo pediré a alguien más –tartamudeo y enseguida se volteó en dirección a la pelirosa.

«No...» pensó Sasuke molesto, sacó el objeto y giró al rubio, tomando una de sus manos y dejando en ésta un sacapuntas plateado.

—¡Gracias dattebayo!

Chasqueo la lengua, enfadado por la estupidez del Uzumaki, si tan sólo el rubio fuera más inteligente, no… si Naruto fuera inteligente, este se daría cuenta de sus sentimientos por él, y lo que menos necesitaba era parecer débil ante él. 

Al finalizar las clases, Sasuke esperó a que su hermano mayor fuera a por él, ya que el azabache le había prometido ir a su academia a recogerlo. Miró de izquierda a derecha, deteniendo su cabeza al reconocer a Naruto caminar junto a Sakura, ambos estaban riendo y bromeando. 

—¡Sasuke! –giró la cabeza y encontró a su hermano mayor, que sonreía amablemente hacia su dirección. —. Vamos.

Se subió a la espalda de Itachi, sin olvidar del todo aquella escena de Naruto y Sakura.

«¿Estarán saliendo?» se preguntó a sí mismo, formando un puchero sin darse cuenta. Recargó la cabeza en el hombro de su hermano, intentando olvidarse de todo en lo que llegaban a su casa. 


Una Oportunidad ❄ NaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora