02

13.6K 1.3K 627
                                    

El ruido de la lluvia chocar contra su ventana le despertó de un salto. El cielo estaba obstruido por las densas nubes grises y la oscuridad aún estaba presente dentro de su habitación, probablemente aún era de madrugada.

—Maldita lluvia –murmuró adormilado. 

Miró el reloj que yacía sobre la mesita de madera, fijándose en la hora. Su visión era borrosa y sin darle importancia a la hora volvió al mundo del sueño.

—Aún falta mucho para ir a la academia –cubrió su cuerpo con las mantas de su cama y se acomodó para volver a dormir un rato más.


[ 🍥 ]



—¡Naruto! –Kushina entró furiosa a la recamara de su hijo. Lo golpeó en la cabeza provocando que se levante exaltado. —. ¡Que son estas horas de levantarse! ¡se te hace tarde!

Adolorido y asustado corrió al cuarto de baño desnudándose a medio camino, huyendo lo antes posible de su madre. Se metió a la ducha y dejó que la lluvia artificial borre el rastro de sueño y suciedad, enjabono todo su cuerpo y colocó un poco de shampoo en la palma de su mano. Lavó rápidamente su cabello y volvió a remojar su cuerpo. Se aseguró que no quedara ningún rastro de jabón o shampoo en su cuerpo y salió del cuarto de baño con una toalla en su cintura. Se vistió y bajó con una rapidez que pocas veces utilizaba, corrió por las escaleras, ignorando las advertencias que su madre le daba al correr de aquella manera tan peligrosa. 

Kushina le sirvió en un plato tres galletas de chocolate junto a un vaso de leche tibia. Naruto en menos de tres minutos acabó con su desayuno y se despidió de su familia. Minato reía mientras volvía a fijar su vista en el periódico, Kushina, en cambio, estaba molesta con la irresponsabilidad de su hijo. 

—Llego tarde, demonios –maldijo en tono bajo, desesperado al ver en el reloj de su muñeca como sólo faltaban dos escasos minutos para que cerraran las grandes puertas. 

No era nada raro ver al rubio correr como loco por aquellas calles, la gente dejó de verlo raro después de un tiempo, completamente acostumbrados a que sucediera varias veces a la semana. Tropezó frente a la entrada y sin importarle la suciedad que estropeaba su uniforme se levantó y corrió directo al salón.

Sasuke veía con atención la puerta desde su asiento, esperando la llegada de Naruto, mientras los chillidos de sus fanáticas le atormentaban a cada segundo. La puerta se abrió y miró atentamente a la persona cruzar la puerta hasta quedar frente a todos.

Naruto tendría que aguantar un sermón más de Iruka-sensei.

La clase comenzó luego de que el castaño tomará la asistencia de su grupo, suspirando al anotar una falta más a un lado del nombre del rubio. Cerró el registro y pronto dio inicio al tema que se había quedado inconcluso en la clase anterior. El bullicio de los alumnos y los regaños de Iruka nunca le habían parecido tan molestos, no cuando su mente se dejaba llevar y discretamente su mirada se perdía en los dorados cabellos del Uzumaki, deseando pasar sus pequeñas manos por los cortos mechones del idiota que lo tenía profundamente enamorado. 

Soltó un suspiro al terminar la clase, era hora de tomar un descanso para luego volver a escuchar los regaños de Iruka hacia algún imbécil que no había dejado de jugar cuando el mayor estaba dando una explicación del tema. 

Caminó por los extensos y coloridos pasillos, se detuvo frente a la puerta del director al escuchar una reconocida voz dentro de aquella oficina. 

—¡Lo odio dattebayo!

Se asustó cuando unos pesados pasos comenzaban a acercarse a la puerta, se alejó unos cuantos metros y se sorprendió al ver esa desordenada melena rubia. 

—Usuratonkachi –insultó cuando Naruto salió del despacho del director. 

—No estoy de ánimos para escuchar tu estúpida voz.

Frunció la nariz y su semblante volvió a ser serio. Completamente herido por sus palabras, más no le daría el gusto de hacerle saber que aquellas palabras habían quedado clavadas en su pequeño corazón. 

—Uhmp. Lo que digas.

Sin decir una palabra más, alzó su mentón y salió al patio, mirando de reojo hacia atrás, deseando ver al rubio arrepentido y pidiéndole perdón.

Nada de eso pasó.


[ 🍥 ]


No escuchó lo último que había mencionado el Uchiha al estar sumido en sus pensamientos lastimeros. Las palabras del director lo habían asustado por completo.

"Si vuelves a tener una falta más en tu registro, quedarás expulsado permanentemente de esta academia".

Lo peor es que habían llamado a sus padres para conversar acerca de lo sucedido. Llevó sus manos directo a su rostro, ocultando las lágrimas que comenzaban a salir. No quería alejarse de Sakura, Kiba y Akamaru, Shikamaru, Chouji y Sasuke.

A la hora de la salida esperó fuera de la dirección, maldiciendo mentalmente al ver los cabellos rojos de su madre moverse en el aire amenazantes. Agachó la cabeza cuando sus padres pasaron a un lado de él entrando a la oficina del director. Meció su cuerpo esperando unas largas horas en el mismo sitio. Los minutos parecían infinitos cuando el chirrido de la puerta le heló la sangre e inmediatamente levantó la mirada buscando a sus padres.

—Vamos, Naruto –la voz de Minato era tranquila, pero había un toque de seriedad en ella.

Asintió cabizbajo y caminó detrás de los adultos. Mordiendo su labio inferior para retener sus sollozos. 


[ 🍥 ]


Sasuke pensaba que podría ser la causa de la molestia de Naruto. Si bien todos tienen un límite, Naruto a pesar de recibir regaños conservaba su característica y estúpida sonrisa. Quería ayudarlo, más no sabía cómo. Luego de pensarlo seriamente, una idea cruzó por su mente y sonrió ante su pensamiento, preparó algunas cosas que podrían alegrar al rubio en una pequeña mochila de cuero oscuro.

—¡Madre! –la llamó en un grito, obteniendo la atención de la azabache.

—Hola Sasuke, ¿qué necesitas? –se agachó a la altura del pequeño y acarició sus cabellos.

—Quería pedirte permiso para ir con Naruto.

—Está bien, pero te quiero aquí veinte minutos antes de la cena.

—Sí –afirmó sonriente, despidiéndose de su madre con un tierno beso en la mejilla. 

Corrió a la salida y respiró el aire fresco de la tarde. La distancia que había entre su casa y la de Naruto no era mucha, lo cual le facilitaba demasiado la idea que tenía en mente. En menos de diez minutos llegó a la casa del rubio. Recobró la compostura y arregló sus cabellos, los cuales se habían desordenado en su carrera hacia la casa de Naruto. Inhaló hondo y miró la puerta frente a él, armándose de valor y paciencia para animar a su estúpido amigo. 

Una Oportunidad ❄ NaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora