8. El día después.

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Hoy domingo despertamos tarde y salimos a almorzar

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Hoy domingo despertamos tarde y salimos a almorzar. Después entramos a ver una película y desde que salimos del cine estamos paseando por el centro comercial. Son casi las cinco de la tarde y cansado de caminar le digo a Taís que voy un segundo al baño y ella queda esperándome en el patio de comidas. Salgo de los sanitarios y me encuentro con Mario, un viejo amigo de la universidad con el que converso un rato poniéndonos al día de cuanto había sido de nuestras vidas en este tiempo.

Cuando se va reviso mi reloj y noto que pasaron unos treinta minutos, vuelvo a donde dejé a mi hija seguro de que estará echando chispas por la espera. Ella conversa tranquila con una mujer a quien no conozco, desde donde estoy la veo de espaldas y solo puedo deducir que va vestida de negro. Su cabello es rubio y trae un sombrero o boina, no sé cómo se llamará eso. Cuando estoy a solo unos tres metros de ellas, la mujer se levanta y saludando con su mano se despide de mi hija y sigue de frente.

—Pensé que estarías enfadada, me encontré con un amigo por eso el retraso, perdón —digo al llegar y me siento en el sitio en el que había estado la mujer antes.

—¿Sí? Ni me di cuenta del tiempo, estaba hablando con Lina, mi profesora de danza jazz. La que te quería presentar, ¿recuerdas? —añade sonriendo y buscando con la vista el camino seguido por la mujer.

—Sí, recuerdo. ¿Todas las personas que conoces se llaman así? ¿Nika, Lina, Nina, Tina? —bromeo y ella sonríe con un gesto de negación.

—Supongo que son apodos, aunque no lo sé, porque tengo una compañera de danzas que en realidad se llama Lola. —Se encoge de hombros.

—¿Pediste café o algo? ¡Ya tengo hambre de nuevo! —Me quejo y ella sonríe.

—Tu capuccino favorito y mi submarino están en camino —dice y luego agrega—: ¡Y lo dije con rimas! —Ambos reímos.

Una vez nos llegaron los pedidos nos disponemos a perdernos en la lectura del día. Ella saca de su mochila mi cuaderno y me lo pasa. 

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Desperté porque oí un sonido algo molesto y repetitivo. Abrí los ojos y el dolor de espaldas me dio la bienvenida al nuevo día. Me había quedado dormido en el sofá en una posición bastante incómoda y parecía no poder mover los músculos que estaban todos atrofiados además de que mis huesos sonaban como castañuelas. Intenté incorporarme pese al dolor y volví a escuchar el sonido. Sollozos. Fruncí el ceño y recordé que Carolina dormía en mi habitación, pero ahora parecía estar llorando.

Lo que me queda de ti © (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora