Cuando la veo entrar noto algo distinto en su mirada, estoy sentado en el sofá viendo una película cuando ella entra cabizbaja y desganada. Su bolso colgando de su hombro y su rodete me dicen que viene de ensayar. Desde la última vez que nos sentamos a leer mis capítulos han pasado casi cinco días, Taís ha estado ensayando mucho y llegando muy tarde, su audición es en poco tiempo y eso la tiene muy estresada. No quiero forzarla y le dije que podíamos seguir con eso después, cuando estuviera más tranquila. Al principio opuso resistencia, pero entre ensayos y exámenes de la escuela no le quedan energías para nada.
Pero ahora había algo más. Desde donde está ella no puede verme. Quizá piensa que estoy en la cocina. La observo ingresar lento y renguea, a lo mejor le duelen los pies por las puntas, suele traer los dedos llenos de ampollas y ensangrentados. Se arroja al sofá y se cubre la cara con las manos. Solloza.
—¿Qué sucede, pequeña? —Da un brinco al oírme y levanta la cara asustada, se seca las lágrimas con fuerza.
—Nada, papo... estoy bien —responde veloz.
Me levanto y me siento a su lado, ella se recuesta en mi pecho y la abrazo. Entonces se pone a llorar casi sin consuelo. No digo nada, solo la abrazo y le doy besos en la frente, acaricio su cabello y espero a que se tranquilice.
—¿Vas a decirme lo que está sucediendo? —pregunto y ella asiente. Me señala su tobillo derecho y recién ahí me doy cuenta de que lo trae vendado.
—Aparentemente me hice un esguince. Caí mal de un salto... y... —Vuelve a llorar—. ¡No puede ser, debí haber tenido más cuidado! ¡No podré participar de la audición! —Llora desconsoladamente.
—Tranquila, Taís... Sé que estás frustrada y que audicionar para ese ballet te tenía muy ilusionada, pero las cosas pasan por algo, pequeña. Mañana faltarás a clases e iremos al doctor, veremos que dice. Si no puedes ahora, será en otra oportunidad. Eres joven y tienes todo por delante —digo aunque siento su dolor como propio.
Ella no responde, solo se queda allí llorando por un buen rato. Cuando se calma me dice que irá a darse un baño. Mientras lo hace le preparo cena y se la llevo a la habitación. Cuando entro ella ya está acostada y con la pierna levantada sobre una almohada grande. No es la primera vez que le sucede, así que ya sabemos lo que hay que hacer. Mientras ella come su cena yo voy por hielo y se lo coloco en el tobillo.
—Léeme un capítulo de tu libro, papo. Hace días no lo haces.
—Pero estás cansada y adolorida, ¿por qué mejor no descansas? —inquiero pero ella niega.
—No puedo dormir, estoy triste por esto —dice señalando su tobillo—. Si me lees algo quizá logre distraerme un poco. Sabes lo importante que era para mí esta audición. He trabajado tan duro.
—Lo sé, pequeña. Pero también sé que habrá otra oportunidad, la vida siempre da segundas oportunidades. —Intento animarla.
—No estoy tan segura —murmura y luego me observa con su mirada triste—. Léeme, como cuando era chica y me leías cuentos cuando extrañaba a mis padres.
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Lo que me queda de ti © (#1)
Genel Kurgu*** PUBLICADA POR NOVA CASA EDITORIAL - JULIO 2019 *** Dicen que nada pasa por casualidad, que cada persona llega a nuestra vida con un objetivo y nos trae un aprendizaje. Algunas se quedan por mucho tiempo a nuestro lado, otras, solo un poco y lueg...