Veintiuno

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A las diez en punto de la mañana el celular de Louis vibró sobre la encimera mientras preparaba un hermoso pastel mitad color verde y mitad color azul sabor chocolate, el cual regalaría a Harry con todo su cariño. Se había emocionado pensando que una ronca y profunda voz le hablaría, sin embargo, se encontró con una femenina y delicada que incluso le pareció conocida. Se sintió un poco celoso, pero después de que la chica le dijera que a su alfa le había llegado al celo y que estaba volviéndose loco rompiendo todo, sus celos se transformaron en preocupación.

Pobre de su alfa, estando solo y necesitando la calidez de su omega alrededor de el. Así que solo fue a su recamara, dejando el pastel a medias para cambiar sus cómodos boxers negros por unas bonitas bragas de encaje, las cuales solía usar cuando sabía que habría algo más.

Ahora estaba ahí, siendo guiado por una de las criadas hasta la recámara del ojiverde. Se sintió un poco cohibido al estar en un palacio, entre tanto lujo y tanto adorno bonito y caro. Mordió su labio inferior en cuanto la muchacha morena se paró frente a una puerta de madera, bastante sencilla y común. Escuchó como detrás de esta se rompían vidrios. Hizo una pequeña mueca que murió al ver a la chica sonreír.

— Suerte — Se despidió ella abriendo la puerta para que eo entrara y observara el tremendo desastre que había en esa habitación — En la mesilla hay supresores.

Y se fue. Su mirada azul paseó por todo el lugar, encontrándose con cojines despedazados, vidrios por todos lados y cuadros los cuales, a juzgar por su apariencia habían sido rotos por el gran puño de su alfa. Lo vio, gruñendo como un animal, con su pene erecto y agrandado acorralado en sus boxers y su pelo revuelto. No pudo evitar que los pensamientos morbosos se instalaran en su mente y que la imagen de Harry emitiéndole con fuerza por fin fuera a hacerse realidad. Comenzó a humedecerse sin siquiera darse cuenta. Harry se calmó, no mucho, pero lo suficiente para que a Louis no le diera miedo acercarse un poco.

— ¿Estás..? — Comenzó sintiendo una repentina dificultad para hablar y poder respirar. — ¿Estás... bien?

Utilizó todas sus fuerzas para acompletar la frase, sintiéndose más pequeño de lo que era y mucho más débil. Los oscuros ojos de Harry le miraron, haciendo a sus piernas flaquear. No era ese hermoso verde que veía todos los días, ese que le hacía suspirar como un omega omega tonto, no. Era un verde oscuro, casi negro, el cual le hacía querer ponerse de rodillas frente a el y dejarle hacer lo que el quisiese con su cuerpo.

— Haz hecho un desastre — Louis murmuró viéndolo a los ojos al ver que el alfa no respondía. Observó la vena que saltaba en su brazo, y la de su cuello, y pensó que jamás había visto nada más masculino y sexy que eso. Las facciones de Harry se suavizaron al ver que era su omega el que le hablaba y no alguien más. Era solo Louis. Su precioso omega Louis.

— No me temas — Harry murmuró hablando con su voz calmada y ronca. Le acarició la mejilla, observando como se ruborizaba al contacto. Le encantaba. — Nunca te haría daño, lo sabes.

Su rostro tenía una expresión dura, sin embargo, su voz estaba aterciopelada y con un toque de ternura.

— No lo hago — Le respondió, y era verdad, nunca le tendría miedo a Harry, ni siquiera en su salvaje celo.

— Te necesito — Harry gruñó llevando sus grandes manos a la cintura del menor, con un tacto para nada delicado, pero que sin embargo era completamente satisfactorio para ambos. Pegó sus cuerpos casi por completo, y Louis pudo sentir como la erección del contario pegaba contra su cadera de una forma que le hizo gemir y humedecerse más contra las bragas. — No quise... no quiero a nadie más que no seas tu.

Lo aventó contra la cama causando un ruido sordo y un pequeño quejido saliendo de sus hermosos labios rosas. Su alfa estaba realmente conteniendose de no saltarle encima y no embestir su pequeño y humedo agujero hasta que le pidiera piedad, por que no quería lastimarle. Harry cubrió su cuerpo casi por completo, tomando los deliciosos labios del menor en un beso fantástico y lleno de necesidad, el cual ambos disfrutaban. Las manos de Harry parecían no querer hacer otra cosa que apretar el trasero del menor entre sus manos. El castaño soltó un pequeño gemido sobre los labios carnosos del mayor, ganando un gruñido que le hizo humedecer hasta sus pantalones. La ropa ya le estorbaba, necesitaba sentir a su alfa piel con piel, lo necesitaba ya.

Blue eyes (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora