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La mayoría del tiempo lo paso en la oficina de esta asquerosa empresa o, dentro de unas semanas, estaré sentada atendiendo a un profesor cosas que me tiene que explicar. Estoy a un par de meses de recibirme pero también le estoy poniendo mucho empeño a todo lo que concierne esto que dejó el viejo para mí. Desgraciadamente.

Y cuando no estoy en ninguna de las dos o ni siquiera me estoy rascando en casa, me refugio en una librería a leer en tranquilidad sin que nadie me infle los ovarios con cosas que no tienen importancia.

Hoy es exactamente uno de esos días en que primero deambulo por la librería hasta que se haga la hora y después voy a la empresa.

Hasta he descubierto que Sacha (¿lo recuerdan?) trabaja acá. Creo que ya he venido tantas veces que supone que me pasó algo, si es que nadie se apresuró a contarle el chisme antes. Me parece que me agarró un poco de lástima porque cada tanto se sienta en la misma mesa que yo, sin palabras, me ofrece una taza de café exactamente como ahora.

Además... Hoy, 7 de enero, se cumple un año desde que Kaden anunció que Kiara estaba esperando un hijo de él. Para aquel entonces, ella estaba de un mes y apenas días. Así que ahora, el bebé tiene 2 meses y medio de nacido.

Kaden desapareció por completo. Aunque recibí la noticia por parte de Fabrizio que su hijito, Benjamin, había llegado a sus vidas en perfectas condiciones.

Y hablando de Fabrizio, tuvo una preciosa nena que es el calco de él solo que posee los ojos más parecidos a Alexandra. Realmente es divina y una luz aunque tiene siete meses recién pero aprende rápido. Se llama Karla.

Con Sam los vamos a visitar cada vez que podemos pero nunca en todo este tiempo me he cruzado con el tatuado. Una lástima la verdad porque hay días que tengo demasiadas ganas de verlo.

Y sí, seguro que están pensando que ¿por qué no lo llamo? Bueno, cambió de número de celular y no me da la cara para pedírselo a Fabrizio (aunque él tampoco me lo daría, es muy odioso).

La vida con Sam se ha disparado a la monotonía al igual que el sexo. No juzguen, el sexo es una parte relevante en una relación. Si bien, no nos vemos en casi todo el día porque ambos trabajamos en nuestros respectivos lugares, lo único que hacemos es dormir juntos y hablar de tanto en tanto cosas cotidianas o que tienen que ver con la casa. No me quejo, él sigue siendo un amor y un dulce pero está quedado, ya que, no tiene ni ganas de que salgamos a tomar algo para despejarnos. Lo bueno es que puedo seguir yendo a casa de Camila a chupar todas las botellas que se me canten las ganas pero no todo el tiempo porque casi siempre anda Bex por ahí.

El bar, prácticamente se ha convertido en un tema aparte. Voy cuando puedo, y no quiero que Juliet me pague, porque le di vacaciones a mis dos secretarios. Me decían que hacía más de dos años que no tenían un receso como se debe y les tuve que conceder que salieran por un tiempo. Así que estoy ocupándome de todas las cosas que la empresa abarca, yo sola.

¡Y mierda que el viejo dejó muchísimas cosas por resolver! ¡Viejo y la puta madre!

Tenía comprados y sin ningún tipo de uso más de veinticinco locales. ¡Más de veinticinco! Así que decidí poner a la venta los de la zona que son cuatro.

Bebo el último sorbo de café y contemplo a Sacha, que está con los pies por encima de la mesa y con unos auriculares azules gigantes en las orejas, a modo de saludo y me encamino hacia la oficina.

***

Agarro todas mis cosas y las pongo en el bolso sin ganas. Recorro el lugar hasta la salida despidiéndome de todos los que aparecen en mi camino y voy directo a lo de Camila. Arreglamos una noche de chicas sin que Bex ande dando vueltas por el departamento.

-¡Hola! ¿Cómo estás? - exclama Cami cuando paso por la puerta, extiende sus brazos y me envuelve en un tierno abrazo - es hoy, ¿no?

Asiento con una sonrisa débil y me tiro en el sillón. La escucho que camina hacia la cocina más el ruido de un vidrio y vuelve con una botella de licor, otra de cerveza y una de vodka.

Saco el Baggio del bolso y otro botella de whisky. Pongo el pendrive en el equipo de música y subo el volumen casi al máximo.

¡Noche para olvidarse de que uno existe! Al menos un rato...

Preparados los tragos, con mi amiga bebemos hasta el cansancio y más. Siento como el piso comienza a moverse y me río por algo que ya ni recuerdo que dijo ella.

-¡Estás de la cabeza! - vocifera y mando un trago del líquido rojo que tengo en un shot - ¿qué es esto? ¡Un asco!

-Dejáme ver - agarra la botella y se la acerca a los ojos intentando leer o ver. Ni idea - es licor.

-Ya sé - respondo revoleando los ojos - pero ¿de qué? A ver dame, estás patética queriendo ver y no lees que dice.

Suelta una carcajada y lanza la cabeza hacia atrás mientras se agarra la panza. Achico los ojos porque creo que se está moviendo la mano o no sé qué pasa.

-Frutilla - suspiro y clavo la botella en la mesa - ¡odio este licor Camila!

-Nadie te mandó a tomarlo - enciende un porro que ni siquiera vi cuando lo armo y le da una calada.

Oh... Parece que va a ser una noche larga la de hoy.

Tortuoso engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora