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Después de dormir solamente un par de horas abrazada al cálido cuerpo de Sam, tengo que levantarme para ir a trabajar y mi humor no es el mejor de todos. Me doy un relajante baño y me visto todo lo más formal que puedo para presentarme en la empresa.

Me subo al auto nuevo de mi esposo y arranco para poder unirme al demás tráfico de la ciudad. Enciendo el estéreo.

Menos mal que nadie presta mucho atención a mi llegada, soy recibida con asuntos cordiales y señas de parte de algunos. Mi estado es horrible aunque intenté arreglar lo más que pude con maquillaje.

Hay varias personas que laburan acá y para mí pero soy muy mala para los nombres, así que casi ni los recuerdo. Ya me encuentro sentada en el mostrador de la entrada copiando un par de papeles a lapicera y otros en la pc. No quiero distracciones suficiente tengo con esto.

-¿Perdón? - escucho que dice una voz masculina. Ni siquiera me percaté de que había alguien acá. Así que sin mirar hacia adelante, porque seguro que es un viejo, me limito a contestar:

-¿Qué necesita?

-Vengo por el local publicado el que es dos en uno - oh. Entonces sí hay gente que se dedica a ver las ofertas colgadas en Internet - ¿hay que tener algún garante o cómo?

-Por el momento no - alzo la mirada por encima de unos asquerosos lentes que me recetaron para cuando tuviera cansada la vista.

Y si el día iba mal, ahora va pésimo. Mucho peor que pésimo. Arrugo las cejas y frunzo las labios, la persona que se encuentra delante de mí se entretiene observando algo escrito en un papel amarillo.

-Ah. Bien - responde todavía abstraido en su mundo - ¿podré ver el lugar?

¿Que si puede ver el lugar? Está a punto de agarrarme un ataque de ansiedad, comienzo a repicar las uñas sobre el mostrador y es ahí, cuando mis ojos se encuentran directos con los de él.

-Sí, señor Price.

Muajajajajajaja
Lxs amo ❤

Tortuoso engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora