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Siento el dulce aroma que desprende el cabello de Kaden. Su cabeza está apoyada en mi pecho y mis brazos rodean sus anchos hombros, puedo escuchar el sonido de su corazón acompasado al mío en un ritmo tranquilo acorde a la situación. Su respiración golpea con suavidad en mi piel y voy con los dedos dibujando pequeños círculos sobre sus tatuajes.

-¿Madi...?

-¿Qué pasa amor?

-¿Cómo hacemos para parar el tiempo y quedarnos así? - susurra besándome y puedo sentir como mi corazón se rasga tan repentinamente que no soy capaz de empezar a contener las gotas que asoman a desprenderse de mis ojos.

Sumergidos en la oscuridad de su habitación como estamos hace incalculables horas, nos fundimos en un beso que me hace volar la tapa de los sesos hasta la estratosfera. Me aferro a su cuerpo agonizando con los sentimientos que se están acumulando y revolviendo en mi interior... Y por sentimientos es decir amor, tristeza, frustración...

Sí, amor. El maldito amor que no quiero ni quería sentir en ningún momento por él. Justamente por Kaden... Pero para esto ya no hay vuelta atrás, sería imposible intentar sacármelo de la cabeza cuando lo llevo hasta impregnado en la piel, cuando mi cuerpo reclama sus caricias, cuando mis ojos anhelan ver sus ámbares embebiéndose de mi figura...

¡Es hora de mandarme al campo de concentración por decir tantas estupideces románticas!

La debilidad se adueña de mí a cada minuto que transcurre y es que cada vez que estoy junto a Kaden mis sentidos se paralizan y mi realidad es como mágica por ser tan distinta a la que vivo todos los putos días de mi vida. A veces me gustaría no existir y tampoco tener tantos mambos en la cabeza justo como ahora...

***

El sonido de mi celular me saca del sueño y contesto con rapidez sin mirar el identificador de la llamada.

-¿Se puede saber dónde estás? - la voz de Sam cruje en el auricular del teléfono y termino por abrir los ojos de golpe.

-Vine a ver a Camila... Ya estoy volviendo a casa - contesto sin muchas ganas y cuelga. ¡Que temperamental este tipo! Observo como el tatuado duerme plácidamente sobre mi brazo y abrazándome por la cintura... Lo contemplo con dulzura en ese estado tan apacible, acaricio su mejilla rasposa y sonríe apenas entre sueños haciendo que mi corazón se revuelque con emoción... 

Beso la comisura de sus labios y después su frente para así poder salir de mi posición y largarme de su departamento para verle la cara de perro a Sam. Porque ya sé que va a tener las nalgas en la cara este idiota...

Ni bien paso el umbral de la puerta de entrada lo encuentro a mi esposo sentado en el sillón con una lata de cerveza en una mano y en la otra, el control del televisor. Percibo como su mirada acumulada de rencor me atraviesa de punta a punta y me congelo en el lugar sin saber cómo carajo reaccionar.

-¿Estabas con él? - inquiere con la voz más fría que pude escuchar proviniendo de Sam. Y si ya estaba congelada ahora terminó por enfriarme hasta la última célula viva de mi cuerpo.

-No. Te dije que estaba con Camila - sentencio tomándome el puente de la nariz con los dedos y suspirando fuerte - primero fui a lo de Max y después a lo de ella.

-¿¡Desde ayer a la tarde hasta hoy a la noche!?

¡No puede ser! ¡Me tiene que estar jodiendo! ¡Es imposible que yo me haya ido tanto tiempo sin fijarme en la hora ni nada...! ¿O sí? Saco el celular del bolsillo del jeans que llevo puesto y por poco no se me cae porque me están empezando a temblar las manos, rebusco la fecha en él y efectivamente, es como Sam dice. No logro entender cómo se pasó tan rápido y ni cuenta me di...

-Bueno... Se me pasó porque Max anda medio mal - farfullo recordando que vio a la chica esa... No es del todo una mentira en sí.

-¿Quién es Max?

-Un amigo que tenemos en común con Camila - explico restándole importancia. Creo que esto también va a generar un problema porque nunca comenté nada sobre Max o algo a mi esposo y lamentablemente ya tiene indicios para desconfiar de mí así que dudo que no lo haga ahora solo por decir que es un amigo y nada más.

-¿Otro con el que me ponés los cuernos Madison? -  eleva la voz y avienta la lata para un costado haciendo un gran estruendo cuando choca contra la ventana y desperdigando el contenido que le quedaba. Del mismo susto apenas me cubro con los brazos y mi mente se queda en blanco además de perdida por el hecho de que no sé qué mierda está pasando. Y entonces tampoco sé porqué reacciono de otra manera, de un segundo a otro paso de miedosa a impulsiva sin calcular la magnitud de lo que estoy a punto de soltar.

-¿Cuernos Sam? Son más los míos que los que tenés vos... - me pongo más derecha en la posición que estoy y lo enfrento del todo - porque yo no tengo un hijo con nadie a diferencia tuya.

La atmósfera comienza a ponerse turbia y engorrosa. La expresión de Sam es totalmente desencajada a la habitual y hasta podría decir que se le están crispando los pelos de solo haber escuchado eso. Se pone de pie y caminando como un depredador hacia mí para agarrarme el mentón con un movimiento brusco.

-¿De dónde sacás esas cosas? 

Quisiera saber cómo es que ese bendito papel fue a parar a mi cartera pero lo encuentro y lo saco. Comienzo a desplegarlo y lo muevo con la mano en el aire.

-¿Podés decirme qué es esto entonces?

-¿Por qué andás revisando mis cosas? No podés ser tan metida la puta madre...

Sin verlo venir, suelta mi mentón y me arranca el papel de la mano. El silencio se expande hasta el momento en que el ruido de una cachetada proveniente de mi mejilla lo rompe del todo y el ardor comienza a propagarse por mi piel.

¿Realmente este es el Sam que amo...?

Tortuoso engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora