3. SECRETOS REVELADOS

1.2K 97 36
                                    

En segundos rompo en pedazos pequeños todos los documentos, sonriendo porque después de guardar en secreto mi amor por Katniss, poderlo gritar a los cuatro vientos, es liberador.

-¡¿Qué has hecho, crío estúpido?! –Grita mi madre antes de se desate la locura.

CAPÍTULO 3: SECRETOS REVELADOS

POV PEETA

-¡Esto es una vergüenza!

-¿Quién es la otra?

-¿Cómo tienes el valor de dejar a mi hija plantada en el altar?

-¡Es una humillación!

-¡Echaste a perder todo, Peeta! ¡Ya no eres mi hijo! –Grita mi madre.

Llantos, lágrimas, enojo, desmayos, gritos llenos de odio.

Mis hermanos, Glimmer, Delly y Madge se acercan a mí apoyándome.

Veo a un costado a Allyson, gritando y murmurando cosas, siendo sostenida por sus hermanos.

-Lo siento. Es lo mejor. En el futuro me lo agradecerás Yo no puedo hacer feliz a ninguna mujer.

Sus ojos están vidriosos por el llanto, me mira con odio por haber hecho esto. Intento que no me afecte. Yo no tengo la culpa de haberme enamorado de otra persona.

Cato llama a silencio a todos los presentes y me dice que debo hablar cuando todos se han callado.

Veo directamente a mis padres que se encuentran furiosos.

-Yo jamás quise esto. –Digo llorando. –Se los dije. Se los advertí. No quisieron entenderme, ni siquiera me escucharon. Querían condenarme a un matrimonio sabiendo lo infeliz que sería. –Les muestro las hojas trizas en mi mano y las lanzo al suelo. –Sí, el "cuento" es real en gran parte, porque está basado en la historia de mi vida.

Miro a todos y continúo.

-En el cuento yo Peeta Mellark, soy el príncipe, y la plebeya es Katniss Everdeen.

Varios ahogan gritos sorprendidos.

-En la vida real, yo soy un panadero de la zona comerciante. No tenemos comodidades en mi familia, pero al menos no nos falta para comer. Katniss Everdeen, es la chica más valiente, fuerte, desinteresada, compasiva y hermosa que he conocido, vive en La Veta. La amo desde los cinco años, el primer día de clases, cuando la vi caminar junto a su padre yendo camino a la escuela y posteriormente la escuché cantar en música. Desde ese momento le seguí los pasos. En las clases no la perdí de vista y la observé irse a su casa cada día sin falta, cuidándola a la distancia porque mi mayor miedo siempre fue que le sucediera algo malo. Ella nunca  sospechó lo último, hasta que se lo confesé. A los once años, Katniss perdió a la persona más importante de su vida, su padre Leonel Everdeen, quien murió en un accidente de mina. Un día la vi caminar por la vereda del patio de mi casa. Yo estaba horneando pan bajo la vigilancia de mi madre, quien no dejó de recriminar cosas de todo el mundo. En eso salió de la casa y empezó a gritarle a alguien. Era mi Katniss demacrada, flaca y atormentada por el dolor. Se derrumbó en el manzano del patio de la panadería, y yo con la intención de ayudarla quemé dos hogazas de pan, las dejé caer al fuego y como si no hubiese sido intencional las saqué al minuto. Mi madre me golpeó por mi "torpeza" y me dijo:

-¡Dáselo al cerdo, crío estúpido! ¿Por qué no? ¡Ninguna persona decente va a comprarme el pan quemado!

Conseguí lo que quise, ni siquiera me importó el dolor de la paliza que me dio. Era un niño, me acostumbré al maltrato de mi madre hacía mí y mis hermanos. Cuando ella, subió al piso superior, salí de la casa, bajo la lluvia, quité las partes exageradamente carbonizadas de las puntas de la hogaza, y se las lancé a los cerdos. Lo siguiente que hice, me sorprendió hasta a mí. Tomé valor por primera vez, caminé hasta ella protegiendo el pan de la lluvia con mi delantal. Katniss no me miró hasta que yo le hablé, porque estuvo llorando. Mi corazón se partió en mil pedazos al verla tan destrozada. Me agaché frente a ella y le tendí el alimento que en su familia tanto necesitaban. Hablamos brevemente y ella se fue sonriendo por primera vez, agradecida por mi gesto, ya que con algo tan simple se dio cuenta que no todo estaba perdido. Quedamos de acuerdo en que al día siguiente íbamos a hablar porque mi madre no podía vernos juntos en esa situación, o nos lastimaría a ambos y no únicamente a mí. Al día siguiente, nos reunimos según lo acordado en el patio de la escuela. Desde ese momento nos volvimos inseparables. Nuestras vidas cambiaron, me enseñó a ser tan valiente y arriesgado como ella, y yo le enseñé que volver a amar a una persona no tenía por qué ser malo. Ambos aprendimos mutuamente a respetarnos, cuidarnos, amarnos y vivir plenamente cada día como si fuera el último. Ella sigue siendo mi felicidad.

Saco el anillo con el pequeño diamante y se los muestro a todos.

-Le pedí matrimonio con este anillo poco antes de que todos mis sueños y los de ella se rompieran como un castillo de cristal. Cuando me enteré del compromiso arreglado me sentí devastado. No estaba dispuesto a perder a mi único amor. Al día siguiente, todos lo sabían, no sé cómo, pero todos en el Doce se enteraron, cuando se suponía que fue un asunto que mis padres únicamente hablaron conmigo. Y probablemente Allyson con sus padres.

Miro a mis padres.

-¿Fuiste tú, Margaret Mellark? ¿O fue tu amiga, la madre de Allyson la que propagó el chisme como pólvora en un día? –Les dedico una mirada dura a las cuatro personas, nadie responde. -¿No somos nada para ustedes? No nos tratan como personas. Allyson, yo, mis hermanos, todos los hijos de comerciantes somos obligados a ceder a los deseos de los padres. Dicen que quieren lo mejor para nosotros, pero, en realidad quieren lo mejor para ustedes. No les importa si nosotros siendo sus hijos sufrimos, tampoco si estamos enamorados de otra persona, si tenemos otros sueños que se alejan de lo que se espera de un comerciante, no nos dan la libertad que anhelamos. ¡Somos una mercancía para ustedes! Cuando nosotros los queremos y lo único que esperamos es que nos apoyen y entiendan.

¡No hables así, jovencito! –Grita mi padre. –Estás siendo injusto.

-¿Injusto? ¿Injusto por rebelarme? ¿Injusto por no casarme con alguien que no amo? ¿Injusto por amar a una chica de La Veta que no me podrá ofrecer las comodidades que tendría de casarme con una comerciante? ¿Injusto por hacer esto ahora mismo? ¿Injusto por estar decidido a luchar por Katniss y nuestro amor? Pues, si soy muy injusto según tu punto de vista. Pero ustedes son mucho peores que yo. ¡Yo nunca les haría a mis hijos lo que ustedes quieren hacerme a mí y lo que le hicieron a mi hermano!

Me sorprende hablarles así, pero el odio que siento por destruirle la vida a Cato, y que nuevamente querían cometer el mismo error conmigo. No se los perdono.

-¿Saben? Yo, Cato y Marvel hicimos muchos sacrificios por ustedes porque a pesar de todo son nuestros padres y los amamos. Pero tenemos nuestros límites, y yo ya llegué al mío cuando me enteré del indeseable compromiso. Que por cierto, ni siquiera me consultaron, o pidieron opinión al respecto. Y me duele haber perdido a Katniss por algo que recién supe el día anterior, al que me enfrentó para terminar nuestra relación por el bien de ambos. Yo no estuve de acuerdo, le dije que confiara en mí, que solucionaría todo, pero ella no se consideró lo suficientemente buena para seguir a mi lado.

Escucho a mi madre diciendo que lo que hizo Katniss fue lo más coherente del mundo, que debo olvidarla y casarme con alguien mejor. Todavía tiene el descaro seguir insistiendo.

La ignoro.

-No me casaré con ella, ni con nadie que me busquen y este juego que ustedes iniciaron terminó. Lo lamento, no puedo hacer algo que va en contra de lo que siento y mis propios principios.

-¡Si sales de este salón perderás todo, Peeta! No volverás a entrar a la panadería, nunca más. –Amenaza mi madre. La miro imperturbable, aunque la frialdad de sus palabras me hace sentir una punzada horrible en mi cuerpo.

-¿Quién dijo que quiero volver a entrar a un lugar que realmente nunca fue mi hogar? –Replico.

-¿Vas a renunciar a todo por esa trepadora? ¿Te piensas que te va a querer ahora que serás un indigente como ella? ¿Cómo puedes ser tan iluso? Dijiste que te dejo ¿Qué harás para vivir? ¿Dónde pasarás tus días?

-Con nosotros. –Gritan mis hermanos y mis amigas.

-¡¿Qué dicen?!

-No dejaremos a nuestro hermano solo. –Objeta Cato.

-Exacto, ya no vivimos con ustedes, rehicimos nuestras vidas como quisimos desde que pusimos los pies fuera de la casa y no abandonaremos a nuestro hermano o amigo. –Marvel toma a su esposa y Madge de la mano haciendo alusión a que se refiere a ella. –Pueden darle la espalda, pero nosotros no. Estaremos para él incondicionalmente.

La sala se queda en silencio, hasta el hombre que iba oficiar la boda se queda estático viendo todo, para asegurarse que las cosas no se salgan de control. Fue preparado como Agente de Paz, después de todo.

-¡Y yo también! –Grita una voz que hace que mi corazon salte de alegría, miedo y tristeza; que mi alma y mi cuerpo vuelvan a la vida.

MI FUERZA ERES TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora