Esta es una pequeña reclamación de lo que fuimos,
Un recordatorio para dejar constancia que el tiempo
Tiene la mala costumbre de hacernos olvidar los hechos.
Es un pensamiento caducado de un día gris,
Que a mí me llega cuatro años tarde y a ti ni se te habrá cruzado por la mente.
Es la duda en papel de qué hubiese pasado si nos hubiésemos llamado una vez más
Después de aquel adiós traducido en corte de respiración.
No es más que un juego de la imaginación,
Que tarde o temprano siempre acaba traicionando
Y crea escenas de película que jamás sucederán.
Me fui e hicimos lo que mejor se nos pudo dar:
Ser el estereotipo fiel de lo que pasa con la distancia.
La versión imperfecta.
El ejemplo a no seguir.
A pesar de ello nunca me quise despegar de ti.
Si tan solo hubiéramos apostado un poco más por nosotros
y un poco menos por todo lo demás.
Nos habríamos dado cuenta a tiempo de que las cosas buenas
Hay que cuidarlas como si se tratase del cristal más fino
Y el orgullo existiría en otra dimensión que no fuese la nuestra.
Habríamos sabido distinguir entre beber para recordar o beber para olvidar.
Habríamos jugado a otro juego más equilibrado
Y nos habríamos dado cuenta de que la suma de uno y uno debería ser dos, no tres.
No nos habríamos dejado la piel en batallas perdidas ni en guerras invisibles.
Todo habría sabido un poco menos a ceniza,
Las heridas habrían sido menos profundas
Y los problemas más superficiales.
Habríamos pedido permiso en vez de pedir perdón
Y habríamos sabido distinguir perfectamente la diferencia entre lo correcto