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Un millón de palabras, no pueden hacer que vuelvas y lo se por que lo e intentado, 

tampoco un millón de lagrimas lo se porque he llorado hasta quedarme sin lágrimas.

Tal vez lo único que duele más que decirte adiós 

es no haber tenido la ocasión de haberme despedido de ti.

Evidentemente algo se nota en mí, no puedo disimularlo. 

Porqué por esas cosas raras que tiene la vida, 

más que nunca estoy rodeada de mis amigas. 

Más que nunca me preguntan que me pasa estos últimos días. 

Que no se dónde dejé esa felicidad que tenía no hace mucho. 

Donde dejé ese brillo de mis ojos. 

Donde dejé las ganas de pasarla bien con ellas. 

No son tontas, me conocen. 

Algunas lo suficiente como para darse cuenta 

cuando les hablo porqué también se me nota al hablar.

Me duele tener que mentirles cuándo me preguntan ¿cómo estás?, 

y yo les digo, muy bien, aquí ando. 

Digo con mi mejor cara cuándo no puedo disimular 

este dolor que a veces creo que podría matarme. 

Pero mucho más duele saber que ellos se dan cuenta, 

que es casi todo lo contrario lo que digo. 

Pero así son las reglas, y así es la tristeza. 

Yo siempre he dicho, prefiero un dolor agudo y corto, a uno largo y suave. 

Ahora solo tengo que esperar que llegue la hora en que todo pase por fin 

y volver de nuevo a empezar. 

Tal vez un poco más fuerte, 

porque eso es lo que dicen, 

lo que no te mata, 

sólo te hace más fuerte.

Notas Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora