Quería creer que ella sentía lo mismo que yo,
quería creer que le dolía tanto como a mí,
pero que le ganaba el orgullo,
que le carcomía la idea de imaginarme con alguien más,
que quería correr a buscarme
pero era más grande su temor a que fuera demasiado tarde
que prefería callar y ocultar su dolor.
Pero esa era la mentira que yo fabricaba en mi mente,
quizá para no sentir tan dura está agonía,
quizá era mi consuelo y mi forma de reconfortar mi desgarrada alma,
que una vez más se había quedado con amor
y nadie que la amara.
Al final sé que vendrán días mejores,
que después de toda tormenta siempre sale el sol
y que todo sólo es cuestión de tiempo
No tienes idea de cómo te extraño,
de cómo el silencio me ahoga cada noche
mientras cierro los ojos
y te imagino sonriendo
bajo el arrullo del cielo.
Durante estos días de ausencia,
he intentado apartarte de mi mente y sacarte de mi sangre,
pero en vista de que sólo son intentos fallidos,
he comenzado a sacarte entre mis letras y mis suspiros.
Este acto amoroso ha terminado convirtiéndose en masivas exhalaciones de agonía,
que se desvanecen en la soledad de mi cuarto,
como si sólo fueran parte del aire que se escapa por mi ventana.
Sin embargo,
para mí es como la vida misma que se desvanece entre mis manos.
Y es que muero de tristeza al saberte lejano,
estos recuerdos y pensamientos tercos
que brotan a cada instante de mi mente,
se han vuelto una tortura constante para recordarme que existes,
que no eres un sueño ni formas parte de mi imaginación,
que vives en mí,
pero que no estás,
que tu ausencia duele
y quema por dentro
Y que mientras tú estás disfrutando de la plenitud de tu sueño,
yo estoy aquí soñandote con los ojos abiertos.