Agradezco a Dios el tiempo que me permitió estar a tu lado
y confió en él para que tu camino prospere aún cuando eso signifique estar lejos de mí.
Gracias por dejarme claro que todos los problemas se deben enfrentar
y no darles la espalda como tantas veces lo hice,
gracias por no haber desistido en esas ocasiones en las que me encontraba confundido
y no quería saber de nada.
Sé que jamás encontraré a alguien como tú, tan especial y tan única,
con esa sonrisa que tanto tiempo fue mi felicidad entera,
de la que me enamoré perdidamente de ti,
quiero que sepas que encuentro maravillosas tus virtudes y la clase de persona que eres,
esa clase de persona que sólo encuentras una vez en la vida,
pero sobre todas las cosas gracias por haber estado el tiempo preciso
para enseñarme a querer sinceramente, con el corazón, como pocas personas lo saben hacer.
Finalmente le perdí el temor a aceptar que me enamoré,
creo que uno es más libre cuando acepta
y asume las verdades que pretenden condenarte.
Además también entendí que extrañar a alguien que ya no quieres más en tu vida está bien,
ya no me inquieta.
Te extraño, pero eso no significa que te siga amando,
vaya a buscarte, quiera verte o tenerte,
simplemente te extraño como podría extrañar el frío de invierno,
las hojas secas de otoño, o las flores de primavera.
Comprendí que el amor está compuesto de distintas emociones
y sentimientos volubles, así que sigo aprendiendo a disfrutar de cada uno de ellos.
Sólo me resta agradecerte por haber sido tú la razón de mis productivas
y románticas noches de insomnio,
por haberme hecho tan feliz y triste al mismo tiempo,
por haber incitado mi pasión por las letras;
ahora puedo decir que aún sigo enamorada de los recuerdos, pero de ti, no más.
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