My World | Peter Pan | Robbie Kay CANCELADA

10 - Oh, Félix

| Gwendolyn |

Estaba sentada en un tronco frente a la fogata.

Gran parte de los Niños Perdidos están caminando de un lado a otro, ajetreados y apurados por cumplir las órdenes de Peter, quien les ordena que me armen una tienda de acampar. Sin embargo, habían otros que se encontraban justo en la fogata; preparando la cena. Entre ellos, se encontraba el chico pelirrojo.

Los niños de baja edad corren a un lado mío con palos largos cargados en sus brazos; en cambio los adolescentes se encuentran en el suelo con martillos golpeando y hundiendo los clavos que serían la base de mi tienda.

Pero yo no quería quedarme.

Mi mirada estaba perdida en algún punto fijo de la tierra, que se encontraba roja por los reflejos del fuego en ella. Mi mirada resaltaba de la tristeza y mi cara inexpresiva no reflejaba nada. Sentía una sensación dentro de mi de vacío, de melancolía. Me arrepentí, me arrepentía de haber venido. A pesar de todo, extrañaba a mi madre. Siempre peleábamos, nunca tuvimos una buena relación o nos comunicábamos bien, pero era mi madre, y la extrañaba. La necesitaba para sentirme a salvo.

Desearía que ella estuviera aquí, ahora mismo. No me importaría perderme e irme lejos, si es con ella. Con ella me sentía en casa. Pero no estaba aquí, estaba sola, con un montón de niños y adolescentes, además de que soy la única chica. Mi madre tiene cuatro hermanos, ella me sabría qué hacer. Ella me aconsejaría. Y mi padre...¿cómo estarán las cosas en...mi casa? ¿Estará la policía? ¿Mi madre estará llorando? ¿Qué está pasando?

Las lágrimas se agolparon en mis ojos, y una lágrima en cada ojo lograron caer sobre mis mejillas, más sin embargo las retiré con brusquedad con el dorso de mi mano. No lloraría. No me mostraría débil y hacer que mi estadía aquí se convirtiera en un infierno. Intentaría ser fuerte. Aún y cuando el líder para variar es un imbécil que se cree el rey de todos, y la única persona conocida, no es quién decía ser.

No existía Alex, no existía Ally, no existía mi mejor amigo. Solo un chico llamado Félix con una cicatriz en la cara, una cicatriz dolorosa que podría jurar  no fue porque él sea un santo. Ya no sé quién es esa persona, no la conozco, es un completo desconocido para mi. Y así debían de quedarse las cosas.

Diría que me trató como una idiota, pero él en realidad siempre me trató de la mejor manera posible. Me trató con todo lo contrario a como lo hizo el idiota de Peter.

Hablando del rey de roma.

—La primera fase ya está surtiendo efecto, ¿ah? — Se sienta justo a lado de mi anatomía, en el mismo tronco. Frunzo el ceño y sin si quiera apartar la vista hacía el frente, me hago a un lado; alejándome de él. El tronco en realidad era tan largo, que podía comparársele con una banca improvisada.

—¿De qué hablas? — Escupo, expresando mi molestia hacía él.

—Oye, tranquila — Dice en tono impaciente. Niego con la cabeza un par de veces, no lo quería cerca de mi, no quería que me hablara; quería estar sola. —La primera fase es melancolía, después se te quita — Explica, continuando con la conversación, y se mueve más cerca de mi apropósito. Aprieto los labios, y me alejo otro espacio. —O, bueno, si quieres yo te ayudo a quitártela — Añade, su voz sonando arrogante. Bufo, exhalando mi desesperación.

—No necesito nada de ti — Mascullo, y escucho su risa llena de burla.

—Eres buena haciendo creer a las personas que no te importa nada, pero por dentro te mueres — Dice a mi lado, y su voz suena seria pero a la vez sugerente. No sabía si se refería a que sí insinuaba que yo sentía atracción por él, o en sí en general. —Ya veo que estás entendiendo.