Felicidad

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Mis ojos veían unos musculosos brazos, pálidos y fríos. Me volteé bruscamente, aún no sabía quién era aunque lo podía suponer, nunca se sabe... La vida da demasiadas vueltas.

La mía ya había dado un gran giro, y no fue precisamente el día que me pronosticaron mi enfermedad, fue el momento cuando conocí a Edward Cullen.

-¿Te desperté?-Me susurró suavemente al oído, colocando su barbilla entre mi oreja y mi cuello.

-No, todavía estoy soñando.-Le respondí dulcemente sin moverme.

-No, soy real Bella.-Inquirió con un tono de voz burlón.

-Siento que no lo eres.-Dije con sentimiento.

-¿Tan malo soy?-Preguntó con tristeza.

-Al contrario, eres perfecto.-Admití con pena, volteando completamente hacia el.

La cama se me hacia diminuta, yo estaba tan cerca de él. Mis brazos encontraron su pecho, iluminado por los relámpagos. Me estremecía cada pocos segundos por el sonido tan ruidoso que producía el fenómeno natural y el sólo me rodeaba y me apretaba más fuerte contra el.

-¿Dónde está tu auto?-Pregunté consternada al pensar que Charlie podría verlo al llegar.

-Lejos de aquí.-Respondió con tranquilidad.

-¿Haces esto a menudo?-Pregunté con curiosidad.

-¿Qué?-Preguntó con una media sonrisa.

-Entrar por las noches... Por mi ventana, me imagino.

-De hecho sólo lo he hecho unas tres veces, me encanta verte dormir, eres tan delicada y tu forma de dormir es increíblemente hermosa, fascinante.-Admitió, acariciando mi cabello.

-Mi forma de dormir es igual a la de cualquier humano.-Repliqué en broma.

-Podría ser, sólo el método. Pero hay una gran diferencia.

-¿Cuál es?

-Que no estoy enamorado de cualquier humano, estoy enamorado de Isabella Swan.-Susurró con ternura.

Nuestras miradas se encontraron, su mano estaba en mi mejilla, la tome y la besé suavemente, dejando que mi aliento rozara la palma. Miro su mano, la entrelazo con la mía. Empezó a acariciar mi cara y además de producirme un leve escalofrío, me pesaban los ojos, era casi medianoche. Estaba agotada de haber tenido un día agitado y una tarde llena de emociones.

-¿Te quedarás conmigo ésta noche?-Le pregunté, recostándome sobre su pecho.

-Bella, me quedaré hoy, mañana y siempre...-Susurró dulcemente, tomó mi cara por mi barbilla y me propició un dulce y largo beso, el de la supuesta despedida de esa noche no tenía comparación con la extraña, pero, increíble sensación de éste. Lo último que recuerdo esa noche fueron sus labios fríos conectados a los míos.

De no haber sido por Edward, hubiera pasado la noche bajo el cobertor de mi cama. En vez de hacer esto, me cubrí la cara en su pecho y dormí profundamente mientras escuchaba la misma melodía de una semana atrás.

Moví mi mano alrededor de la cama, estaba sobre algo suave, pero no era precisamente el cuerpo de Edward... Se había ido.

Me levanté de un golpe, no sabía que hora era. Perfecto, las siete. Me vestí muy rápido, me aseé a la misma velocidad. Cuando iba a tomar las llaves de mi escritorio, tenían una nota debajo de ellas...

"Asómate a la ventana. Te quiero. "

Edward

Mi corazón se paró un segundo y después de leer la última frase, latió cómo un colibrí batiendo sus alas. Incontrolable. Me acerqué lentamente a la ventana.

Mi Última VoluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora