El Veredicto Final

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No sabes nunca lo que tienes, hasta que llegas a un punto de tu vida, que te encuentras entre la espada y la pared. Ese momento de mí vida había llegado, toda la tensión de estos años, se resume en una sola... Acumulada por todo mi cuerpo, me sentía sofocada. Ya en la noche de éste día, sabría mi veredicto final, y los preparativos que tenía que hacer en este, el que sería mi último mes... Como Mortal.

Pero los minutos, mientras me duchaba y me cambiaba, eran eternos. El día no se veía triste, pero no era el hermoso sol que tanto extrañaba de Arizona.

Tomé la nota junto a la rosa que me había dejado Edward.

"Fui a pagar los boletos del avión para ésta tarde, tu padre llamó. Sugiero que lo llames porque no le atendí el teléfono, no se alegraría mucho con la idea de saber que yo tenía tu celular. En fin, regresaré pronto. Ya te extraño.

PD: Ve hacia la sala principal. Te Quiero"

La pegué fuertemente a mi pecho y suspiré.

Un lindo plato de frutas y cereales se posaba en el extremo de la mesa del largo comedor. Otra rosa al lado de los cubiertos.

Nos encontraríamos en el lobby. Cerré la puerta con lentitud, evaluando cada detalle en la habitación, para que se me quedara grabada por el resto de mis días en la memoria.

Nunca sabes cuando volverás a estar en un lugar tan lujoso como ese.

Me esperaba en el lobby, recostado al tablero de la recepción, le extendí mi mano con la llave y él la entregó. Colocó su brazo alrededor de mi cintura y me apretó hacia él. Su cuerpo temblaba levemente, y ocultaba miedo detrás de esa hermosa sonrisa fingida.

Cuando nos subimos al taxi, abrió la boca para articular algo, pero después dudó.

-No he llamado a Charlie, no me dio tiempo con todo esto de recoger. Creo que debería hacerlo.

-Debe estar preocupado.-Inquirió y me prestó el celular.

Hablé con Charlie unos minutos, le dije que extrañaba las vacías calles de Forks, apenas llevábamos un minuto en la avenida y ya estábamos en una larga aglomeración de autos. Le hablé que estábamos camino al doctor y su voz cambió de una manera drástica. Se volvió baja e inocente. Se despidió de mí y prometió pasar buscándonos en el aeropuerto, lo tranquilicé y le dije que Alice se encargaría.

-Está muy ansioso.-Le dije a Edward.

-Todos lo están. Alice y Esme no han dejado de llamar, de verdad que se preocupan.

-¿Alice estará viendo mi futuro?

-Le ordené que no lo hiciera. Sea cual sea el veredicto final, todos debemos enterarnos al mismo tiempo.-Acarició mi cabello y con su otra mano deslizó sus dedos entre los míos.

Un gran edificio de oscuros vidrios nos esperaba. Cuando entramos había un gran pilar en el centro del edificio con la guía de las zonas médicas.

"Cardiología, tercer piso, 1036 Park Av., New York, NY 10028, Dr. Adam Deutsch"

Llegamos a un extravagante consultorio. Parecía un Bufete de abogados, en vez de un consultorio médico.

-Ah, joven Cullen ¿No?-Preguntó una pequeña señora detrás del mostrador. Traía unos pequeños lentes sobre el puente de su nariz. Su piel era arrugada y de un color rosado claro en sus mejillas.

Edward asintió y le sonrió amablemente a la señora. Ésta pareció sonrojarse y le hizo señales con la mano para que tomara asiento.

-No se preocupe. Si no le molesta, esperaré aquí de pie.

Mi Última VoluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora