La unión de las Almas

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La brisa de la mañana entró por mi ventana, azotando suavemente las lisas cortinas blancas que guindaban frente a mi balcón.

El viento frío me hacía estremecer, pero quería seguir durmiendo un poco más. Las suaves sábanas me tenían atrapada en un sueño infinito, pero mi mente reaccionaba a mis obligaciones de ese día.

-Hoy es tu boda, hoy es tu boda –Empezó a canturrear Christine a mi lado.

-Déjame –Le grité cubriéndome con la cobija.

-Vamos, tienes muchas cosas que hacer.

Tomé un baño, y me espabilé al instante. En mi memoria pasaban las imágenes de mi cita en la noche junto a Edward.

Salí a vestirme y Christine posaba al lado de una linda mesa que traía una bandeja dorada con comida y una flor.

-Se lo mandó su prometido Srta. Swan –Dijo ella imitando una voz grave.

Me reí de su estupidez y tomé la rosa para disfrutar su esencia.

"Para la novia más bella..."

Desayuné en el balcón, con un sol radiante apuntando hacia mí, y haciéndome sentir divinamente.

Empezaron a llegar los encargados de los arreglos, alrededor de las nueve de la mañana.

Alice casi me jala por el cabello para que no viera ninguno de los preparativos. Me presentó al chico que me peinaría y a las señoras que se encargarían de la manicure y la pedicura, y de mi maquillaje.

A mi prima la estaban preparando en la habitación de al lado, junto a mi madre, mi tía, Rosalie y Esme.

De vez en cuando venían a visitarme para que no me sintiera tan aburrida, pero los minutos me pasaban muy rápidos.

El joven que me iba a peinar, me colocó varias revistas en la mesa para que escogiera mi peinado.

Parecía muy tímido y parecía no hablar español.

Muy educadamente, ni siquiera abrí las revistas y se las devolví con una sonrisa. Le hice una señal para que las conservara.

-¿Entiendes español? –Le pregunté con duda.

Asintió.

-No te preocupes, hazme lo que quieras, pero que no sea muy extravagante. Sé que harás un gran trabajo –Le animé y sus ojos brillaron de emoción

Salió de la habitación un momento y regresó con tres flores de las que Alice me había mostrado para la decoración del salón.

Comenzó a jugar con mi cabello y parecía muy emocionado.

Tocaron a la puerta e invité a pasar.

-¿Bella? –Preguntó mi tía.

-Si tía Karen, pasa adelante, tranquila.

Ella entró con su cabello liso y un maquillaje muy natural.

-Christine me dijo que querías hablar conmigo –Dijo dubitativamente.

-Es cierto, toma asiento, por favor.

Ella hizo lo propio y se puso atenta.

Empecé a contarle de lo mucho que me alegraban que estuvieran aquí y que hubieran ido a Forks. De lo muy bien que me llevaba ahora con Christine y de cuán apegada me había vuelto con ella y viceversa. Mi tía pareció entender, pero no sabía hacia donde me dirigía. Le conté el incidente antes de venir a Paris y de lo mal que nos sentíamos porque se le había ocurrido mudarse lejos. Ella me explicó sus razones; quería comenzar una nueva vida, empezar desde cero, y quería ser feliz, pero no podía apoyarla en su totalidad.

Mi Última VoluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora