La Gran Manzana

303 13 0
                                    

Todo el camino al aeropuerto de Phoenix, permaneció callado. No parecía feliz, pero tampoco estaba molesto. Cada vez que me quedaba viendo su pétrea facción volteaba como si le incomodara, pero después me dedicaba esa sonrisa de lado que acelera mi corazón. Cada vez que volteaba hacia mi, me hacia sonrojarme y reía bajito. El conductor del taxi que nos llevaba, miraba una que otra vez por el retrovisor. Seguramente el estaría acostumbrado a tener éstos viajes de dos horas aproximadamente, con pasajeros que al menos hablaban. Y yo por mi lado no quería sacar ningún tema de conversación, por no molestar a Edward, si no me había hablado es que no tenía ganas de hacerlo. Mientras los minutos pasaban, dejaba Forks, los árboles por mi ventana se volvían repetitivos, llegué a un punto cuando ya no podía seguir viendo a la ventana porque me mareaba y la cabeza me daba vueltas.

Este era uno de los momentos cuando tenía tanta necesidad de oír algo, que tenía ganas de saltar al asiento delantero para encender la radio. La imagen pasó un momento por mi mente y me reí bajito, asimilando la idea de que me burlaba de algo estúpido y que estaba llegando al tope de mi desesperación.

Volteé lentamente hacia Edward, con la disposición a hablarle en alto. Cuando abrí mi boca para articular una palabra, el tomó mi mano, aún con la vista fija en los árboles.

-¿En qué piensas?-Preguntó volviéndose hacia mí.

-Pienso en como averiguar la razón de tu silencio.-Comenté bajito para que los ojos que me veían por el retrovisor, no me escucharan.

Me dedicó una sonrisa.

-He estado analizando cuán estúpido e inútil fui al dejarte sola.

-No tienes porqué insultarte.

-Si tengo, y debo. Por suponer que nada malo pasaría, ahora nos vemos en necesidad de emergencia.-La frialdad de sus palabras me congeló.

-¿A qué te refieres con emergencia?-Pregunté desconcertada.

-Carlisle hizo unas llamadas, tu cita fue adelantada para mañana en la mañana. Llegaremos en la noche y desempacaremos nuestras cosas. No tendremos tiempo de conocer ni hacer Turismo... Tenía unos planes previstos para mañana, porque tu cita era dentro de tres días, pero por los acontecimientos, lamentablemente tendré que cancelarlos. Lo siento. Prometo planear algo para cuando salgamos de todo esto.

-¿Planes?

-Si, unas cuantas Cenas. Paseos por Manhattan y algunos parques. Entre otras cosas...

-En referencia a lo de las cenas, sería una cena para mí nada más.-Bromeé tratando de animarlo.

-Tienes toda la razón.-Sonrió y tocó suavemente mi mejilla.- ¿Te sientes bien?

-Me sentía bien...-Sus ojos se crisparon de miedo y preocupación.-Pero ahora que tu estas aquí, me siento mas que perfecta.

-No juegues así.-Inquirió con molestia fingida. Pero después cambió su expresión. Buscó algo entre sus bolsillos y sacó un folleto y su celular. El folleto quedó reposando en sus piernas y el marcaba el número que aparecía en el pie de la hoja.

Miré con curiosidad a ver que traía entre manos. Pensé que había visto borroso, o había leído mal, pero después de frotar varias veces mis ojos, me di cuenta de que era cierto.

-¿El Plaza?-Ahora la que estaba crispada del miedo era yo. El Plaza, uno de los hoteles más caros y lujosos. De los que salían en la TV, comerciales, revistas... tantas cosas, que por más que yo no prestara atención, era inevitable saber de ese Hotel.

Me miró y empezó a hablar con alguien. Dijo algo de reservaciones y otra cosa que no puse cuidado en escuchar. Me guiñó el ojo y siguió hablando...

Mi Última VoluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora