Desperté. Mi vista era borrosa y una enorme opresión en el pecho me inundo. Apenas y podía creerlo.
Sentía la tela suave de las sabanas de la enfermería, lo sabía porque yo las había lavado la semana pasada. Podía ver el techo y la pared con pequeñas grietas de humedad y el mullido colchón en el que estaba, era tan viejo.
Me reincorpore con todo el esfuerzo que pude. En serio pensé que iba a morir. Tente con la yema de mis dedos el vendaje que estaba alrededor de mi herida. Podría jurar que todo se me había dibujado de un color negro y rojo, pero siempre había pensado que a la hora de morir uno se olvida por completo del dolor porque piensa irremediablemente en cosas diferentes.
Yo no pensaba en nada, ni siquiera había tenido tiempo de rectificar y el enorme dolor del pecho me advertía que debía hacer algo si no quería que dejara de sentir. Observe al frente mío, con el resto de las camillas vacías pero acomodadas. Llevaba una bata de papel y no veía mi ropa por ningún lado. Tenía la intravenosa conectada hasta el fondo en mi brazo atado al aparato del suero. Pude levantarme con las piernas temblorosas y para evitar caer me sostuve de tubo, las rueditas que tenía me permitían llevarlo conmigo.
Tanto silencio era agobiador. La sala de la enfermería era la única parte que aun permitía que entrara algo de luz de día. Los rayos del sol entraban y le daban calor a mi cuerpo. Llegue hasta la perilla de la entrada de la enfermería y pude salir.
Todo el silencio fue interrumpido y comencé a escuchar voces y murmullos desde los pasillos. Camine con esfuerzo jalando él tuvo hasta el lugar donde se escuchaban las voces, en el comedor, deberían estar almorzando. Suspire de alivio al darme cuenta de que todos estaban ahí, sentía felicidad de no haber muerto.
Deje la puerta y decidí regresar al colchón mullido de la enfermería. Iba a medio camino cuando escuche otras voces en una de las oficinas de los controladores. Nunca era mi intención escuchar.
-No podemos dejar que vaya ahora, nos va a retrasar-.
-El estará listo para cuando sea el torneo no te preocupes- reconocí esa voz
-¿Cómo estas tan seguro de ello?-.
La puerta estaba entreabierta y pude ver a los cuatro controladores junto con Paredes y una mujer que no había visto antes, era la única que no llevaba un uniforme militar.
-Solo lo sé. Confió en él. -Evan estaba sentado y se sostenía levemente el abdomen.
-Si no confiaras tanto en el no estarías así-.
Evan bufo -Cierra la maldita boca.
-Tiene razón, su enlace está creciendo. No puede seguir. Sera mejor que los cambiemos- escuche a Érica.
-Aun no, puedo controlar esto-.
-Tenemos que ganar ese torneo y él es el único que puede hacerlo- una voz más fina fue la que continuo.
-Will ira al torneo y estará listo. Me encargare de eso...- suspiro. La sorpresa fue inmediata. Retrocedí y seguí mi camino hasta mi habitación. Me volví a recostar. Me habían revelado que el arma clave de ellos era yo. No lo creía.
Me quede acostado un buen rato, sin poder cerrar los ojos. Solo se repetían sus palabras de un momento a otro. No sabía porque era tan especial para ellos, pero parecía que había algo desde la explosión en el edificio que no volví a repetir. Fue lo único que pude representar como un modo superior, lo único que he hecho especial, todo lo demás en mi era normal. Ni siquiera era más fuerte que los demás.
Pero había una razón por la que me salvaron. Por la que Evan fue por mi cuando atacaron la base y por la que estoy vivo en estos momentos. De algún modo me deprimía.
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Seres (Yaoi)
Science-FictionADEVERTENCIA: Esta historia esta a punto de ser retirada de la plataforma. ¿Porqué estaba aquí? Siempre quise saberlo, siempre tuve tantas preguntas que hacer, tantas preguntas que yo nunca pude contestar... Los seres fueron creados para no sentir...