Daehyun había sido diseñado para que los clientes con problemas en sus implementos electrónicos evitaran horas y horas de espera al teléfono intentando averiguar como se veía la hora en el condenado aparato.Su software no era nada sencillo, pero después de miles de semanas experimentales, múltiples cuestionarios aplicados a personas aleatorias en la calle y un montón de presupuesto dispuesto a la realización de aquel proyecto por parte del laboratorio, por fin se había creado el invento del siglo.
Yoo YoungJae era, podría decirse, el mayor torpe en cuanto a tecnología se tratase. Por eso, cuando los famosísimos Daehyun's habían salido al mercado, no dudó ni medio segundo en ir a la tienda más cercana para gritarle al vendedor que se callara y tomara su dinero.
Se podría decir que su diseño era tan tan bueno que YoungJae terminó encariñándose con la pequeña personita que corría de un lado a otro por la pantalla de su computadora indicándole cada cosa que debía hacer para que el aparato no explotara.
Y Daehyun disfrutaba que YoungJae lo hubiera comprado e instalado, porque sentía que algo crecía en el interior de su software y que hacía bien su trabajo cada vez que en los labios de su dueño se plasmaba una sonrisa satisfecha, que él no dudaba en observar siempre a través de la cámara con regocijo.