Casa embrujada [HimJae]

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—Tengo miedo Daehyun... —Confesó un tembloroso YoungJae, mientras se adentraba con su increíblemente idiota amigo a la casa abandonada de las afueras de su pueblito, esa que decían, estaba embrujada.


—No seas cobarde YoungJae, vamos. —Lo alentó el mayor, tirando del brazo de YoungJae antes de que este lograra escapar—. Solo quiero entrar y ver...


—Bueno, ya entramos, ya vimos, vamos. —Dijo, antes de intentar huir de nuevo y ser detenido por el agarre que Daehyun mantenía fuerte en su brazo. 


—No seas llorón. —Lo regañó el moreno, YoungJae gimoteó en protesta. 


Lo próximo que escucharon, fue el sonido de una puerta ser cerrada con fuerza a sus espaldas. Ambos, por instinto, giraron en dirección al sonido, y cuando no encontraron nada suspiraron aliviados.


No obstante, el alivio les duró poco, porque cuando quisieron continuar con su camino, una horrible figura fantasmal los sorprendió de frente, sonriendo horriblemente, haciendo a los pobres chicos curiosos gritar.


Daehyun no tardó mucho en salir corriendo de la escena, dejando al pobre YoungJae a su suerte.


El fantasma rió cuando vio al humano huir del lugar con la cola entre las patas y se dobló en su lugar, carcajeándose como nunca antes lo había hecho. Asustar a los curiosos siempre era la única diversión que tenía en la casa solitaria desde que se había convertido un ser inmortal.


Lo que el incorpóreo no había notado hasta ese momento, era que uno de los chicos no había salido huyendo, sino que estaba ahí parado como idiota mientras lo veía reírse con una mezcla de confusión y terror.


—¿No vas a salir corriendo? —Preguntó el fantasma al humano, luego de percatarse de su presencia y limpiándose una lágrima inexistente, posiblemente que sería de risa. 


YoungJae negó como respuesta—. No siento las piernas señor fantasma, no puedo correr... —Explicó, como si de verdad hubiera sido necesario.


—¿Señor? —Se ofendió—. ¡Cuando morí tenía 27, niñito! ¡27! Estaba en la flor de mi vida. —Se mofó, cruzándose de brazos y moviendo su fantasmagórico cabello como toda una diva.


El mortal se relajó un poco, porque al parecer el fantasma no tenía plan alguno de matarle, por ahora, al menos.


—Si me permite preguntar...¿no va a matarme?


—¿Matarte? ¡hombre, no! —El fantasma rió un poco de nuevo—. No puedo matar a nadie, y, en todo caso, tampoco me gustaría, yo solo quiero divertirme un rato asustando a chicos como tú y tu amigo. La eternidad es bastante solitaria ¿sabías? 


—¿Como se llama, señor fantasma? —Y ahora, lejos del YoungJae asustado, salió a flote el YoungJae curioso, que ladeó un poco su cabeza. Gesto que al ser incorpóreo le pareció adorable.


—¡No soy señor! Himchan, niño, me llamo Himchan, ahora deja de llamarme señor.


El menor asintió, sonriendo por primera vez desde que había entrado a esa casa.


—Mi nombre es YoungJae, Hicmhan-hyung ¿podría preguntar porqué murió siendo tan joven?


Y entre pregunta y pregunta, Himchan le contó toda su historia a aquel humano joven, riendo en partes y sintiéndose un poco triste en otras. Aunque, pese a todo, ese chico YoungJae parecía comprender su situación y le prestó su hombro para llorar. Metafóricamente hablando, claro, porque los fantasmas no tenían lágrimas.


Himchan no recordaba ni la primera vez que alguien le había preguntado algo sobre sí mismo, se sintió extrañamente liberado.


Justo después de ese día, YoungJae no dejó de venir a visitar a su fantasma favorito a la casa embrujada de la que todo el mundo huía, descubriendo que solo Himchan podría hacer interesante e irresistible un ser que se supone debía ser aterrador.


Y así mismo, Himchan descubrió que quizá no era necesario que asustara a todos los humanos que entraran a su casa, no al menos a aquel del que se había enamorado.

Espacios [B.A.P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora