A Zelo no le gustaban las oreo.
El color, la textura, la crema, el sabor que se quedaba pegado a su paladar por horas y horas... No, simplemente no le gustaban las oreo.
Y era difícil que no las soportara, porque literalmente todo el mundo consume galletas oreo y se deleitan con aquel sabor característico de ellas. También ha escuchado que con leche es el cielo hecho galleta.
Pero era aún más difícil no soportar las oreo cuando su pareja, YongGuk, amaba perdidamente aquel dulce. Era obvio que cada vez que lo besaba podía sentir el sabor de la galleta en sus labios, y podía soportarlo porque se negaba a dejar de besarlo, no obstante, no soportaba que siempre comprara para él galletas oreo para picar, helado de oreo, pastel de oreo; creyendo falsamente que lo disfrutaría.
Oreo, oreo, oreo por todas partes, no lo soportaba más.
—¡No me gustan las Oreo! —Había explotado alguna vez, finalmente, ganándose miradas reprobatorias y un general "¿¡No que gustan las Oreo!? ¡Que clase de monstruo eres!"
Se sintió un poco mal por la reacción de aquellos que lo rodeaban, pero le preocupaba más el posible rechazo de YongGuk, después de todo, era su dulce favorito.
Sin embargo, opuesto a sus pensamientos estúpidos, el mayor acalló las réplicas de los demás y tomó la mano de Zelo, articulando un fuerte y claro—: Ven, te compraré Skittles en su lugar. —Antes de esbozar una sonrisa sincera y arrastrarlo fuera del lugar.
Ah, puede que no le gustaran las Oreo, pero sí que le gustaba Bang YongGuk.