El martes amaneció cubierto y más frío que el día anterior. Me puse las botas calentitas y desayuné ligeramente como siempre. Iba un poco tarde así que no me molesté en ponerme nada de maquillaje (como la mayoría de las veces) y dejé la taza del desayuno en el mueble de la entrada. El coche tenía nieve como para surtir de ella al polo norte, estaba apurada de tiempo porque había echado más rato del necesario en la cama, así que me puse con las manos a despejar de nieve del vehículo. No llevaba ni dos minutos cuando oí que alguien tocaba el claxon a pocos metros... alguien bastante inconsciente, por cierto, a punto estuve de quedarme sorda. Me volví, irritada y me encontré la cabecita rubia de Adrian asomando por la ventanilla de su coche, un BMW todo terreno gris oscuro. Pero me vi agradablemente sorprendida.
— Si sigues así, tal vez lo tengas despejado para mañana.
— ¿Se te ocurre una idea mejor? — pregunté enojada. Le miré y estaba sonriendo, quizás de verme allí agachada.
— Sube, vamos al mismo sitio, ¿no?
No tenía nada que perder, de modo que me incorporé y rodeé el vehículo hasta la otra portezuela. Me acomodé en el asiento de cuero oscuro, el interior del vehículo era muy cálido. Me sentía un tanto cohibida allí sentada, junto a Adrian. Era increíble que tuviera más confianza con Rick (al que conocía desde hacía unos días) que con Adrian (al que llevaba viendo año y medio).
— Hace frío — comentó Adrian. Una observación bastante tonta en una ciudad como ésta, donde había un alto porcentaje de días de frío, y también porque estábamos en invierno y el frío era algo normal.
— Sí, tengo los dedos helados — dije quitándome los guantes y acercando las manos a la rejilla de la calefacción. — ¿Te cogía de paso?
— No, pensé que tal vez podría pasarme y llevarte a la escuela.
— ¿Y cómo sabías dónde vivo?
— Tu calle venía en el periódico y reconocí tu coche debajo de esa tonelada de nieve.
Me sentí alagada por su atención, aunque todavía no sabía qué quería de mí. No me podía tragar que le gustase, porque llevaba tanto tiempo viéndome en clase que era imposible. ¿O no? El caso es que Adrian era bastante atractivo y sonriente, hubo una ocasión, el primer año, que me sentí atraída hacia él, pero no me hizo ni caso.
Adrian empezó a hablarme sobre la escuela y los otros compañeros, yo no le prestaba demasiada atención porque estaba en otra cosa, seguía centrada en descubrir por qué tanta atención.
— Adrian.
— Dime.
— ¿Qué buscas?
— No sé a qué te refieres — respondió, ya habíamos entrado en el aparcamiento de la escuela. Me bajé del coche y comprobé que parecía hacer más frío que hacía un rato.
— Te pregunto esto porque no me cuadra que de buenas a primeras estés interesado en mí. Me dices de quedar, me pasas a buscar...
— Bueno, no hay nada que explicar — se volvió de frente a mí, antes de entrar a la escuela. — Me gustas. Ya me había fijado en ti, pero siempre estás tan metida en tus cosas y nunca quieres hablar con los demás. Ayer vi como te abrías a nosotros, ¿te das cuenta de que es la única vez que has dicho más de tres palabras?
Sí, me daba cuenta. De hecho, si me paraba a pensarlo, alguno de ellos ya había intentado incluirme en sus planes, pero en mí favor debía decir que no fueron lo bastante insistentes.
— Vale, tienes parte de razón.
— No, tengo toda la razón. Ayer incluso me espetaste.
— Cierto. Vas tú y me dices que habías visto cortes con folios con peor aspecto — después de decirlo me quedé pasmada, sí que me habían dolido sus palabras.
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Amor Caprichoso
RomanceLa vida de Fanny cambia radicalmente el dia que interviene para intentar salvar la vida de su vecino. ¿Quién le iba a decir que aprendería a abrirse al mundo, que encontraría una familia y también el amor?