Entré en mi cálido apartamento y cerré de un portazo. Había tenido una suerte increíble al poder cambiar mi billete por un vuelo inminente. Me había ahorrado tener que esperar durante horas en el aeropuerto, a riesgo de quedarme anquilosada en un asiento de la sala de embarque.
Iba arrastrando el anorak y enseguida me deshice de toda la ropa de abrigo que dejé tiradas por ahí. Saqué el móvil y marqué el número del señor Weiss.
—Hola —dije secamente.
—Hola, ¿qué tal? —Parecía predispuesto a complacerme.
—Quiero irme de aquí. Necesito un apartamento lo más lejos posible de esta ciudad y de la anterior, y una plaza en otra escuela.
—¿Porqué?
—¿Cómo que porqué? —De repente estaba airada y respondona. No me podía contener—. Ya no quiero estar aquí. Necesito poner tierra de por medio… Por favor, es una necesidad.
—No puedes marcharte de los sitios a tu antojo —repuso él a modo de regañina.Me enrabió que un tío al que no conocía de nada, me diera instrucciones acerca de lo que hacer con mi vida.
—Escuche, llevo años aceptando la ayuda de no sé quién, y jamás he preguntado quién es y de donde viene el dinero. ¿Sabe? No hace falta que tramite nada, por mí puede irse al carajo. No le necesito para vivir mi vida —Me reí, nerviosa—. En realidad, no necesito su dinero para nada. Hágame un favor, cancele el alquiler del apartamento y la mensualidad de la escuela. Ya no quiero saber nada más de usted ni deseo resolver este misterio.
Corté la comunicación y lancé el teléfono contra la pared, se hizo pedazos antes de caer al suelo. Estaba rabiosa como nunca lo había estado, lo que años antes me habría costado un buen castigo.
Veinte años de comedido comportamiento y de repente, había explotado. La furia se había apoderado de mí.
Fui al armario y eché un par de mudas de ropa interior a la mochila, algo de ropa y el cepillo de dientes. Vacié el monedero sobre la cama y también dejé allí la tarjeta de débito.
Me dolió, pero el colgante de trébol y el brazalete, lo deposité junto a todo lo demás. No tenía dinero que me perteneciera porque no había llegado a ganar nada con mi esfuerzo. Era una especie de parásito penoso.
Antes de salir, solo me permití recoger algunas láminas en blanco y mi caja de pasteles y carboncillos. Al menos, podría ganarme algunas monedas haciendo retratos.
Eché un largo vistazo antes de cerrar la puerta por última vez. Tal vez me estaba equivocando pero estaba demasiado aturdida para pensar con calma, de todos modos, lo hecho, hecho estaba.
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Amor Caprichoso
RomanceLa vida de Fanny cambia radicalmente el dia que interviene para intentar salvar la vida de su vecino. ¿Quién le iba a decir que aprendería a abrirse al mundo, que encontraría una familia y también el amor?