16 LA CITA

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Me llevó bastante tiempo llegar a casa ya que el tráfico estaba imposible el viernes. Por suerte el aparcamiento no era problema en mi calle y encontré sitio a la primera ocasión.

Subía a casa cuando sonó el móvil, algo que solía ocurrir cuando se tenía las manos ocupadas. Dejé las bolsas del supermercado en la cocina y al ir a responder el sonido cesó. Comprobé con sorpresa que era Rick quién había llamado.

Se me aceleró el corazón pero me sentí incapaz de devolverle la llamada, de modo que me llevé el teléfono al baño por si lo intentaba durante la ducha. Fue una actividad rápida y eficiente para que no me pillase con la cabeza debajo del agua.

Treinta minutos después entré en la cocina algo desanimada. Se suponía que tendría que devolverle la llamada pero aún me sentía COBARDE en ese sentido.

Finalmente me dispuse a preparar la cena: ensalada mixta de lechuga, huevo, zanahoria y atún, y en la plancha de asar un filete de pechuga de pollo.

Mientras se estaba asando pensé que era hora de ser valiente ya que Rick me había demostrado que quería verme, que parecía tener un cierto interés por mí: era hora de dar un paso hacia delante.

GCogí el móvil y le di a la rellamada. Me extrañó no recibir ninguna señal: ni falta de cobertura, ni señal de ocupado ni señal de línea.

,Miré el teléfono como si estuviese poseído y volví a hacer la llamada, esta vez marcando los números uno por uno.

Me pareció oír una melodía conocida a lo lejos y a continuación la señal de ocupado. Dejé el aparato sobre la encimera y fui a dar la vuelta al filete, totalmente contrariada… Entonces sonó el timbre.

De esas cosas en la vida que se hacen sin pensar: abrí la puerta sin comprobar quién llamaba.

El corazón me latió tan rápido que incluso me dolió el pecho, aquello debía ser una especie de taquicardia. Ante mí estaba Rick, vestido como no estaba acostumbrada a verle: llevaba un pantalón claro, unas deportivas y una camiseta de manga corta azul oscuro que se le ceñía en los brazos.

— Fanny… —dijo y al instante lo tenía a una cuarta de distancia. No recuerdo si él se acercó o fui yo quien se vio atraída.

— ¿Sí? —musité, apenas habían transcurrido cinco segundos desde que abrí la puerta pero para mí fue como si se hubiese detenido el tiempo.

— Te he llamado hace un rato pero… en vista de lo que pasó la última vez he decidido no arriesgarme y pasar por aquí.

Pero yo no recordaba haberle dado mi dirección, se ve que había hecho los deberes. Era un punto a su favor junto con haberme telefoneado.

— ¿Puedo pasar? —me preguntó con una sonrisa dibujada en sus labios. Me eché a un lado y le dejé el camino libre, al cerrar la puerta me volví hacia el espejo y me quedé espantada. Llevaba el delantal sobre una braguita y una camiseta ceñida de tirantes, el pelo aun recogido con una toalla.

Cuando llegué al mini salón-dormitorio-estudio, Rick estaba asomado al balcón, tal vez concediéndome un minuto para ponerme algo decente.

Corrí al pequeño vestidor que había junto al baño y me escondí buscando algo que ponerme que fuese también algo acertado. A la luz de la bombilla halógena elegí una blusa de mangas a la sisa en azul turquesa y un pantalón pirata azul marino. De la parte inferior saqué unas chanclas doradas que dejaban todos mis deditos al aire.

Delante del espejo del baño me peiné el pelo húmedo en una coleta alta y me eché un vistazo general: ACEPTABLE, cuando asomé la cabeza vi a Rick en la cocina.

Amor CaprichosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora